martes, 31 de marzo de 2009

La llave auténtica salva a la tecnología alemana

Como he dicho en un comentario anterior, he estado en Munich. Me he alojado en un hotel maravilloso, el Innside Premium. Un homenaje al diseño y la modernidad. Un edificio acristalado, con ascensores abiertos desde los que se podía ver el exterior. Suites con grandes camas y persianas metálicas que se abrían automáticamente al cruzar la puerta. La habitación contaba con un gran baño en el que tanto la ducha como el inodoro estaban separados por puertas. La brillantez del diseño culminaba en que todos los tabiques que había dentro de la habitación, incluido el armario en el que colgué mi camisa, eran de cristal. Se me agotan las palabras.

Aunque, mi entrada en este paraíso hotelero no fue fácil. Al introducir la tarjeta electrónica en la ranura de entrada de la puerta de mi habitación, la maldita no daba señal alguna. Ni luz verde ni roja. “Debe ser que la he metido al revés. Que zote soy”, me dije a pesar de que la flecha indicativa estaba en la dirección correcta. Aún así, cambié la posición. Pues tampoco. Así una y otra vez. “Van a pensar que soy un animal”, me lamenté.

Tras varios minutos de infructuosos intentos, decidí bajar a recepción. Y en mi correcto inglés le dije a la amable señorita germana de la recepción que tenía problemas para entrar. De hecho, ni siquiera dije que podía estar estropeada. Dejaba la puerta abierta a que la culpabilidad recayese sobre mí. Tras cuatro o cinco segundos de incertidumbre, va la recepcionista y me comunica, “lo sentimos, pero a veces tenemos problemas electrónicos” y con una amplia y generosa sonrisa me da una llave, sí, metálica, de las clásicas, como las que todos tenemos en nuestras casas. La tenía ahí, debajo del mostrador. No tuvo que ir a ninguna otra sala a buscarla. ¿La tenía preparada para dármela? A lo mejor o, dicho de otra manera, a lo peor. La “authentic key” tuvo que acudir, por una vez, en auxilio de la tecnología alemana.

Ps: La locomotora alemana siempre será la locomotora alemana. Se podrá cambiar el gentilicio. Germana, teutona, prusiana (en recuerdo del canciller Bismarck, je je je, no el barco), pero siempre será locomotora.

El tornillito y el valium

En una vieja película española, de la que no recuerdo el nombre (sólo me acuerdo de que uno de los protagonistas era Manolo Morán), había un matrimonio de algo más de mediana edad que se disponía a hacer un largo viaje en avión. La mujer era muy divertida. Su papel era de esposa pesadísima que apenas dejaba respirar al marido. Para todo tenía comentarios.

Tal era así, que días antes del viaje, ambos fueron al aeropuerto a ver el avión. No se fiaba mucho, era miedosa. Durante la visita, que incluía un recorrido por la pista, nuestra amable señora le pregunta a uno de los empleados de las aerolínea (no sé si era piloto pero creo recordar que llevaba uniforme) por unos trabajos que en ese momento estaban haciendo los técnicos en el propio aeroplano. La respuesta no pudo generar más miedo y dudas. “No se preocupe, es sólo un tornillito”.

No sólo no se convenció sino que durante los días siguientes no dejó de acribillar al marido con todo tipo de observaciones una y otra vez. Incluso llegó a sugerir al marido que llevaran sus propias herramientas. Recuerdo el vagamente el final. El marido, casi desesperado, se marchaba sólo en el avión. Y muy contento.

El domingo volé a Munich por una cuestión de trabajo. Y como casi siempre, el avión salió con retraso. No pasada nada. A veces, los hombres y mujeres que trabajan en las aerolíneas son muy simpáticos. No sé si fue el piloto o el sobrecargo, pero al pedir disculpas a los pasajeros por el retraso, el protagonista dijo algo así como “Disculpen... hemos tenido una avería en una de las bodegas”. No miento, por una avería. Rápidamente, me acordé del tornillito.

Mira que son buenos psicólogos. Podrían haber culpado al mal tiempo, al tráfico aéreo, a que los controladores estaban durmiendo. Yo no tengo miedo a volar pero, me imaginé los pensamientos que debieron de surgir en las mentes de los que tienen que entrar en el avión a empujones o a rastras. Y seguro que, entre los más de cien pasajeros, había alguno. Por suerte no salió corriendo ni se puso a chillar. Lo más probable es que abriera sus pertenencias y sacara una pastilla de valium, lexatín... Y se tomara dos o tres de cada uno de ellos, por lo menos. Aunque ¿¿¿???, ahora lo tengo claro. ¿Y si el piloto y la tripulación trabajan, a escondidas, para alguna farmacéutica?

miércoles, 25 de marzo de 2009

El nuevo fichaje de los Watchmen

Cuando hace pocos días se estrenó en los cines de todo el mundo la película "Watchmen", se desató una gran pasión de sus fieles seguidores y de numerosos espectadores. Triunfo en taquilla, banda sonora, videojuegos, muñequitos de Lego... Diversas publicaciones culturales y especializadas en cinematografía se atrevieron a hablar de los nuevos héroes.

Pues no, el nuevo gran héroe es Timothy Geithner, secretario del Tesoro de EE UU con el Gobierno de Obama. Hasta hace pocos días, sólo era conocido en los círculos financieros del país norteamericano. Ahora es reconocido en todo el mundo gracias a su plan de rescate de los bancos. Sobre sus espaldas recae el futuro de todos. "Grandes poderes, grandes responsabilidades", que decía una y otra vez Spiderman. Seguro que Geithner pronuncia este lema todas las noches. La única diferencia con Peter Parker es que no va de un lado a otro trepando por los edificios y tejiendo telarañas. Aunque, visto el panorama que tiene por delante no le vendría mal. Si Geithner fuera Superman, viviría en un mundo poblado de Kryptonita.

La incógnita que me planteo es ¿qué pensará cuando por las noches llega a casa? Los trabajadores normales, cuando tenemos un día malo, nos lamentamos por los errores cometidos y sus consecuencias. Verdaderamente, por muy graves que sean, es complicado que sea una debacle. Pero para Geithner, los días que llega a casa y hayan sido unas jornadas malas, aunque no sea por culpa suya, es muy posible que muchos millones hayamos tenido también unos días malos. "Grandes poderes, grandes responsabilidades". Los Watchmen fichan a Geithner.

martes, 24 de marzo de 2009

Meg Ryan abrirá su librería en internet

Amazon quiere vender libros electrónicos. Sony quiere vender lectores de libros digitales. Apple quiere que leamos libros a través de su iPhone. Google quiere digitalizar millones de libros.

Demasiados libros para un librero. Meg Ryan cerró su librería en 'You've Got Mail' (Tienes un e-mail). Parece difícil que vuelva a abrirla. Es más, volvería a cerrarla. Aunque siempre podría abrirla en la red. Será la solución.

Atención al cliente personalizada

¿Quien dice que los bancos no cuidan de sus clientes? Claro que están pendientes. Sobre todo en estos tiempos tan complicados. Tanto por vía correo electrónico como por cartas de papel perfectamente formuladas, envían ofertas de nuevos depósitos, cuentas remuneradas, fondos de inversión e incluso posibilidades de acceder a créditos. Sí, prestan dinero.

A mi mujer le ha llegado una carta de un gran banco francés que ofrece un crédito de 1.500 euros a devolver en 60 meses para realizar proyectos. Que personalización, que seguimiento y que educación. Para empezar se refieren a ella como Sr.

viernes, 20 de marzo de 2009

Nuevo blog

Hay un nuevo blog. "Mi blog del Atleti".
La dirección es http://miblogdelatleti.blogspot.com/

Muchas gracias y BIENVENIDOS

Cuidado con las torrijas

El canal de televisión del metro de Madrid es una fuente inagotable de sabiduría, conocimiento y análisis de la actualidad. Esta mañana, uno de sus reportajes recomendaba tener cuidado con los excesos en Navidad con las comidas y las bebidas. “Se puede engordar hasta tres kilos” advertía, añadiendo que además puede subir el colesterol y los triglicéridos. Para compensar este exceso y cuidar la salud, aconsejaba comer verduras o pescado azul, entre otros alimentos.

Me parece muy bien que ya en marzo se lancen estas advertencias de cara a las Navidades. Así hay nueve meses para concienciarse sobre los peligros.

Por el camino hay que tener en cuenta estas recomendaciones de cara a Semana Santa, para cuya celebración quedan ya pocos días. Cuidado con comer demasiado potaje, bacalao y torrijas, sobre todo si tienen almíbar.

jueves, 19 de marzo de 2009

Solución para salir de la crisis III

Según cuentan los libros de historia, en tiempos pasados se crearon unos premios para las familias que tuvieran muchos hijos. El objetivo era impulsar el crecimiento de la natalidad. Quizá sea la hora de volver a recurrir a algunas de estas viejas técnicas para favorecer el crecimiento económico. ¿Y cómo se podría hacer? Pues creando unos premios para los mayores consumistas. Y con varias categorías si hiciera falta.

Por ejemplo, habría que crear una primera categoría para el hombre o mujer que más compras hiciera en efectivo a lo largo de un año. Se distribuiría entre la población una tarjeta electrónica. El consumidor iría recogiendo puntos en función de las compras hechas en todas las tiendas, que contarían con un dispositivo similar al que tienen para las tarjetas electrónicas. Para estimular estas ventas, por ejemplo, se debería decretar que esas compras fueran totalmente libres de impuestos de tal manera que la gente gastara con total libertad los fajos de billetes de 500 euros que tienen debajo del colchón, del ladrillo o en la caja fuerte instalada detrás del viejo retrato de los abuelos. No creo que sea una idea tan mala. Sería una amnistía fiscal para favorecer directamente en el consumo.

Otra categoría correspondería a los consumidores que usen las tarjetas de crédito. Que compraran tranquilamente y gastaran a discreción, y al final de año, que el Ministerio de Economía y Hacienda se encargara de hacer un ranking nacional. Además, valdrían todas la tarjetas, Visa, Mastercard, American Express... Además, con voluntad política, para que el impulso al consumo fuera máximo, debería dar igual que la tarjeta tuviera fondos o no. Si no tuviera fondos, no sucedería nada. Los bancos y cajas harían unos apuntitos contables y si posteriormente, estuviera en peligro su balance, se les ayudaría con un plan de rescate. Todo por salvar la economía nacional.

Y ojo los que no gastasen. A los últimos de la clasificación, habría que imponerles una penalización. Dura si fuera necesario. ¡Si usted decide no comprar, aténgase a las consecuencias!

Insisto, sería una buena iniciativa. Los premios, además de incluir una buena recompensa económica, serían entregados en una gala retransmitida por la televisión, en horario de máxima audiencia. Como los Oscar y los Goya.

martes, 17 de marzo de 2009

La gran esperanza del barbero

Ayer por la mañana, cuando esperaba el metro, contemplé en el canal de noticias del suburbano madrileño un reportaje que me llamó mucho la atención. Un hindú aspiraba a convertirse en el hombre con la barba más larga del mundo.

Al parecer, llevaba sin afeitarse desde 1974 y acumulaba una barba con una longitud de dos metros y trece centímetros, si no recuerdo mal, como la altura del gran Fernando Romay. La verdad es que era una persona muy hábil porque la barba iba enroscada por encima de la cabeza y tapada con una típica vestidura local.

De todas maneras, no será sencillo batir el récord Guinness, una de sus aspiraciones. Según se dice en diversas páginas webs hay otro hombre con una barba de más de 2,3 metros de longitud. En este caso, no he visto el vídeo así que no puedo dar toda la veracidad que me gustaría.

Y tampoco va a tener fácil batir el récord histórico. En los años 20 hubo un hombre (unos dicen que en EE UU y otros que en Noruega) que llegó a tener una barba de ¡más de cinco metros! También se dice que está en un museo. National Gallery, Tate Gallery, Louvre, Albertina, Prado… Se rifarían esta obra de arte. Aunque sería más relevante para museos de historia natural o antropología.

En una situación similar, recuerdo que cuando llegué a la mili, en la pelada inicial que tuvimos que afrontar los reclutas, a uno de los recién llegados le dio tanta pena que le cortasen el pelo que se lo guardó y se lo llevó a casa. Para su museo particular. Seguro que es una reliquia que va a guardar para las generaciones venideras de su familia.

Volviendo a la barba, debo reconocer que la pasada semana tuve una tentativa de emular al hindú pero, tras más de diez días sin afeitarme, Gillette primero y Philips después, acabaron con mis aspiraciones.

Entiendo, sin duda, que estas grandes compañías puedan tener miedo si a la gente le da por imitar a nuestro protagonista del país asiático. Adiós al negocio de las cuchillas y de las maquinillas eléctricas. También sería un gran problema para los barberos tradicionales. Y con la competencia que tienen ya de Marco Aldany.

jueves, 12 de marzo de 2009

El teatro del monopatín

Hace pocos días fui al teatro. Bonita obra. "El caso de la mujer asesinadita", un clásico de Miguel Mihura con las televisivas Isabel Ordaz y Lola Baldrich, en el Centro Cultural de la Villa, hoy teatro Fernán Gómez, en el centro de Madrid. Recomendable, divertida, entretenida.

Pero al margen de la representación, sucedió algo curioso. Durante la obra (había empezado a las nueve y media de la noche), yo empecé a oír unos ruidos. Eran una especie de rascadas prolongadas. Reproduciendo la onomatopeya era algo así como un “cro cro cro cro cro cro cro cro….”. No podía saber que era con exactitud. Inicialmente pensé que eran aviones que volaban bajo. Imposible, los aviones no hacen vuelos tan prolongados por el centro de Madrid. Deseché la idea rápidamente. Podía ser el metro, pero tampoco lo tenía muy claro, por un motivo similar al de los aviones. Ni que hubiera metros con 200 vagones.

Tras un rato de silencio, y en el que sólo escuchaba a los actores, que suerte, volvieron los ruidos. Venían del techo. “¿Qué será?, ¿qué será?”, me preguntaba. Durante unos minutos me hice la idea de que los sonidos procedían de tuberías que estaban situadas sobre el techo del teatro. Tenía su lógica porque este teatro está debajo del suelo de la calle, es más o menos subterráneo. Pero no, tampoco. No eran tuberías, ni de agua ni de gas. Ni cables de la luz. Al fin me había dado cuenta de qué eran los ruidos. Tenía que hacer la comprobación final, pero estaba seguro.

Cuando acabó la representación, salí a la calle y, como he dicho antes que es un teatro subterráneo, subí a la parte superior. Entorno a una decena de los monopatineros o skaters más célebres y agresivos de Madrid, hacían de las suyas. Junto a la estatua de Cristóbal Colón (que está encima del teatro), daban saltos sobre el cemento, se deslizaban sobre las baldosas, se subían a los bordillos, rodaban por escalones. Habían sido la música de fondo de la obra, como hubiera querido Mihura. Seguro que se lo habían pasado mejor que nosotros. ¡Que maravilla, que artistas!, no vuelvo más a ese teatro, ¡que aburrido! Me iré directamente a ver a estos hombres de la cultura del monopatín. En vez de oírles, les veré en vivo y en directo. Es más, creo que el ayuntamiento debería tirar ese teatro, guardar a Colón en un almacén y hacer unas rampas de monopatín.

Más ideas, menos ideas

El domingo pasado escribí este texto que expongo a continuación tal cual fue redactado. Es textual de esa fecha.

Esta semana me enfrento a una prueba de fuego. Es la primera en la coincide este blog con un periodo de vacaciones. ¿Escribiré más o menos? La primera respuesta es que, al tener más tiempo, debería ser más prolífico. Pero no tengo muy claro si será así. La segunda respuesta se mueve en sentido contrario. Cuando una persona está más ocupada, su cabeza está dando más vueltas y tiene una capacidad mayor de generar ideas. Cuando está menos ocupada, el interés corre el riesgo de diluirse. Pero tampoco tengo muy claro si será así. El domingo daré mi respuesta. Pero tampoco tengo muy claro si será muy clara.

Tres días después, y mucho antes del domingo, sí tengo una respuesta. La segunda.

domingo, 8 de marzo de 2009

Un mes de duro trabajo

Hoy domingo, este maravilloso blog ha cumplido su primer mes de vida. Hay que celebrarlo. No está nada mal. Hay escritas un total de 18 entradas, 19 si se cuenta la que estoy redactando ahora mismo. Tengo que admitir que quizá tengo un poco de cara dura porque, aunque es el primer mes, ha sido un mes corto puesto que la mayor parte del tiempo ha correspondido a febrero que este año, al no ser bisiesto, tenía sólo 28 días.

A partir de estos números, ya puedo empezar a formar parte de las estadísticas. Si hubiese alguna consultora estadounidense que hiciese estas mediciones, ya tendría el primer dato mensual, la primera base para medir porcentajes de incremento o decremento en los próximos meses, trimestres o ejercicios fiscales. Como vienen las fechas, también pueden hacer una disección por semanas. Y digo consultora de EE UU, porque los americanos lo miden todo. Parece broma, pero les admiro por su capacidad de análisis numérico.

En este primer mes, apenas he hablado de fútbol (he logrado contenerme, aunque no sé cuanto tiempo más podré aguantar), no he dicho nada de política (y pienso seguir así) y he hecho unos poquitos comentarios sobre la crisis. Pienso que en este último caso no he sido muy pesado, incluso me lo he tomado con buen humor y he encontrado algunas soluciones, un tanto peculiares, eso sí. Prometo que seguiré buscando alternativas.

Por supuesto, al escribir muchos días he podido empezar a evaluarme en la forma de redactar y ya tengo localizadas algunas muletillas. Por favor, pido a quienes encuentren muletillas o repeticiones innecesarias que me lo digan a través de comentarios. Hay que mejorar. Y si hay alguna falta de ortografía, no es culpa mía, es de los duendes de internet, que son unos malvados.

sábado, 7 de marzo de 2009

El hámster, hipotecado

Creo que ya he terminado de pagar el préstamo del coche. Creo, porque nunca se sabe con las financieras. A veces surgen sorpresas con la letra pequeña y, cuotas por allí, pagas por allá... En cualquier caso, ya es mío entero. En función de las cuotas pendientes que me quedaban por pagar, creo las últimas partes del coche que han pasado a ser de mi propiedad han sido el limpiaparabrisas o las luces delanteras. Aunque en este último caso, si se me fundía una de las luces sin que yo me diera cuenta y me paraba la policía, tenía la excusa de culpar a la financiera. “El foco no es mío, es suyo”, pero ahora no podré escaquearme. Antes, si tenía un roce de chapa, podía incluso hasta mofarme. “Ahh, es su parte, que mala suerte”, y seguir conduciendo tan contento con la abolladura.

Una vez concluido el embrollo del coche, el paso siguiente será el piso. Aquí es más difícil porque me quedan muchos años. Como a la mayoría de los plebeyos. Haciendo cálculos, con los años que llevamos pagando, diría que ya somos dueños de algo más de la cuarta parte de la casa. A lo mejor un poquito menos porque con los intereses, ya se sabe.

Ahora la discusión se centra en saber qué parte de la casa es ya nuestra y cuál es del banco, en este caso de la caja de ahorros. Si me preguntan, diré que nuestra habitación ya está pagada. Es nuestra. Qué situación, imaginad que fuera del banco, sería como dormir en una sucursal. El problema es llegar a ella por el pasillo. Si el banco endurece su postura, tendré que pedir permiso al director de nuestra sucursal. “Disculpe, ¿puedo pasar a mi habitación?”. Supongo que no pondrá muchas pegas, al fin y al cabo el permiso es sólo para dormir.

La incógnita siguiente que deberé resolver pasará por saber qué otra parte de la casa es ya nuestra. Estoy entre la cocina o el baño. Me quedo con este último, aunque diría que también nos corresponde un pedazo de la cocina. Aquí dudo entre los fogones de la vitrocerámica, la pila del agua o la nevera. No lo tengo claro, esperaré a ver qué elige el banco. Eso sí, en unas cuantas pagas más, me quedo con la cocina. Apetece cocinar, no voy a estar todos los días comiendo bocadillos de tortilla y panceta en el bar.

El salón, de momento, es suyo, con el sofá y la televisión. Así que, si el banco quiere, se puede quedar con el mando a distancia. Estoy perdido, como al director del banco le guste Matrimoniadas o Noche de Fiesta, me las tendré que tragar. Aunque, para fastidiar al banco, he decidido no cambiar de televisión. Me quedo con mi televisor de tubo, adiós a la pantalla plana de cristal líquido. Total, para que la vean los del banco.

El despacho también es del banco. No pongo reparos. Es la habitación de trabajo así que... que trabajen por mí. No pienso dar un palo al agua como dice el refranero. Sin embargo, ahora que lo pienso, tengo que ver qué hago con el hámster (mi querido Camarón) porque duerme con su jaula en el despacho. Tengo la opción de traerlo a mi habitación, no voy a dejar que la caja de ahorros se quede con mi mascota, sólo por el mero hecho de que me queden por pagar tres cuartas partes de la hipoteca.
No obstante, si se viene el hámster a mi habitación, con lo pesado que se pone por la noche, con las vueltas y vueltas que da en su rueda, los rascados en la tierra que cubre el suelo de su jaula y los mordiscos a los barrotes, no voy a dormir nada. Que se quede el banco con el hámster, que no duerman ellos. Yo quiero tener la pierna suelta por la noche.

jueves, 5 de marzo de 2009

Trompetes que emulan a diamantes

Como brillan los garbanzos en la cazuela del cocido. Iluminados por el tocino, el pollo, la carne, el chorizo, la morcilla... y regados por el combustible incandescente de la sopa de fideos. Para un día como hoy, donde el invierno volvía a golpear con fuerza, no había nada mejor. No tenía la menor duda de qué plato iba a elegir, y no al llegar al restaurante sino desde que esta mañana puse el pié en la calle.

No había resistencias. Pese a que la sopa todavía caldeaba en la cuchara cuando venía hacia mi boca, no dudaba en engullirla. Sin soplar como otras veces. El frío sólo se puede combatir con fuego. Daba pena el ver como la sopa se agotaba en la medida en que mi cuchara cortaba la superficie líquida. Por momentos, incluso, me atrevía a contar los fideos. Y como costaba recoger las últimas cucharadas, que además eran cada vez más pequeñas. Los últimos fideos se pegaban al plato y despegarlos era una ardua tarea. Se desplazaban de un lado a otro, o se rompían. Al final no había más remedio que recurrir a la miga de pan. Que lástima cuando se agota. Aunque todavía estaba el consuelo de que venían los garbanzos a continuación.

Me gustan los cocidos en los que los trompetes vienen acompañados de verdura, especialmente el repollo. En algunos sitios se acompañan de zanahoria, que provoca un contraste dulce. En otros se ofrece la salsa de tomate. Está muy rica, aunque se corre el riesgo de que el tomate se lleve todo el sabor. El pollo no está demasiado jugoso en el cocido, prefiero el muslo a la pechuga. Pero si le falta sabor se compensa con la carne o el tocino. Y la guinda, mejor dicho guindas, son el chorizo y la morcilla. Pero que no sean demasiado fuertes. Sólo lo justo.

Hoy, era un día para disfrutar. Cucharada a cucharada, garbanzo con verdura, o garbanzo con trocito de chorizo, o garbanzo con el pedacito despellejado de la morcilla, o garbanzo acompañado de muslito de pollo, o garbanzo con esa especie de gelatina carnosa grasienta que es el tocino. Combinándolas, una a una, a veces rápido para no dejar de saborear en cada segundo.

Al final se terminó pero, habitualmente, la conclusión no da tanta lástima como el ecuador porque las reservas de energía quedan llenas. Es más, absolutamente repletas. Es más, insisto, se requiere un desengrasante en forma de chupito de orujo. En invierno, los garbanzos emulan a los diamantes en el cocido madrileño. Cada miércoles.

lunes, 2 de marzo de 2009

Pasear será gratis

Hoy no he encontrado ninguna fórmula para salir de la crisis. No es nada fácil. Aunque sí me he dado cuenta de que la crisis no asolará todo. Al fin y al cabo, pasear será siempre gratis, ¿no?

domingo, 1 de marzo de 2009

Solución para salir de la crisis II

Sigo buscando fórmulas para salir de la crisis. Quizá he encontrado una alternativa. El otro día, cuando caminaba por una calle del centro de la ciudad, un hombre de los que se dedican a repartir publicidad me dio un papel. No era ni una academia ni una peluquería ni una tienda en época de rebajas. Era mucho más profundo: “no hay problema sin solución”, versaba.

Y a partir de ahí aseguraba “gran vidente mago de África soluciona todos los problemas de su vida con su poder natural y su experiencia”. Todo en tres días y con una eficacia del 100%. Problemas familiares, sentimentales, judiciales, enfermedades, impotencia sexual, mal de ojo... no hablaba específicamente de la crisis pero sí se refería a su experiencia para solventar problemas de trabajo y negocio. Trabajo y negocio, trabajo y negocio, trabajo y negocio; son claves para reactivar la economía, ¿verdad?

¿Es una solución? Podría ser. Ni la Reserva Federal, ni el Banco Central Europeo, ni Bruselas, ni el Banco de Inglaterra, ni el FMI, entre otros muchos, han pulsado la tecla correcta para salir del atolladero. Bernanke y Trichet, ¡¡¡a casa!!! Es hora de dar oportunidades a otros.