martes, 5 de mayo de 2009

Nokia me encierra en el metro

Estamos todos atados al teléfono móvil. No lo duda casi nadie. No sabemos vivir sin él. Bueno, a lo mejor se puede aguantar sin usarlo un día, pero dos, sería casi imposible. De todas maneras, unos son más adictos que otros. Y aquí hay una auténtica fauna.

Esta tarde, cuando me disponía a salir del vagón de metro en el que viajaba, me encontré con un problema inesperado. No podía subir la palanca que acciona la palanca de apertura de la puerta porque el joven que tenía delante me lo impedía. Pensé, “abrirá él”. No fue así. Estaba totalmente absorto en una conversación a través del móvil.

Bueno, como sólo habían pasado unos segundos y todavía tenía margen de tiempo para poder salir, me mostré confiado. “Abrirá alguien desde fuera”, me dije. Era cierto, había una chica esperando. Pero, pasaban los segundos y no abría. Me alarmé. Algo pasaba. Con destreza, adelanté al muchacho que tenía delante y que seguía hablando por el móvil, y logré accionar la palanca antes de que se acabara el tiempo y tuviera que quedarme encerrado hasta la siguiente estación.

Cual fue mi sorpresa cuando al abrir pude ver a la chica que supuestamente iba a entrar en mi vagón ¡que también hablaba por el móvil! Debía ser divertido porque tenía una mueca de sonrisa. Eso sí, no abría. Menos mal que actué con rapidez, si no, me quedo encerrado en el metro por culpa de Nokia, o de Motorola, o de Samsung, o de Sony Ericsson, o de Apple, o de LG.

lunes, 4 de mayo de 2009

El peso de la lectura

Si hay unas personas a las que admiro a diario, son aquellas que van leyendo en el metro o el autobús. Y especialmente a las que, con toda atención, van desgranando las palabras en libros de gran tamaño o volumen. Leer periódicos o libros de bolsillo tiene menos mérito. Esto último es broma.

Pero de verdad, mira que es complicado leer estos libros en entornos como los vagones de metro, que están en continuo movimiento y en muchas ocasiones, llenos de gente. No es fácil aguantar en las manos un libro que puede pesar hasta un kilogramo (como un brik de leche) y al mismo tiempo, leer y seguir el hilo de la historia, e ir pasando páginas. Si el lector logra sentarse, es más fácil. Si está de pié, pero apoyado a una de las paredes, la situación se complica pero aún así hay margen al poder disponer del tabique para mantener el equilibrio. Pero, leer en el centro del vagón es harina de otro costal. Y también hay grados diferentes de dificultad. Ir agarrado a una barra que va del suelo al techo todavía permite algún respiro, pero ir leyendo un libro que se lleva en una mano y estar agarrado a una barra situada por encima de las cabezas es una misión casi imposible sólo accesible para lectores circenses. Sin duda, mantener esa posición es un homenaje a la lectura.

Acabo de empezar a leer el libro “Los hombres que no amaban a las mujeres”, una obra de moda. Pero, admito que soy un cobarde, no me he atrevido a salir con este libro fuera de casa. Es más, reconozco que sólo he leído sus páginas encima de la cama. Pesa demasiado.

domingo, 3 de mayo de 2009

El nuevo peligro, el virus Barça

Hace apenas unas horas, todos éramos presa de la gripe porcina. Los periódicos así lo advertían en sus ediciones, tanto de papel como de internet. Estábamos ante una gran amenaza mundial. Ahora, poco tiempo después, un cambio inesperado ha provocado un nuevo mal que se ha cernido sobre todos nosotros. Es imparable. Ya somos víctimas. No hay forma de huir.

Real Madrid 2, Barça 6.

Estamos perdidos. Descansemos en paz.

Ps: Buena suerte a todos los afectados de alguna manera por la enfermedad.

sábado, 2 de mayo de 2009

El Retiro estaba lleno

No sé cuáles serán los efectos finales de la gripe porcina. Quizá su impacto final sea devastador. Y aquí no voy a entrar en descripciones. Sólo recordaré algunas películas con temática similar en las que miles de personas resultaban contagiadas. Ayer, todos los periódicos coincidían en la gravedad de la situación, y advertían, recordando las opiniones de la Organización Mundial de la Salud, de que la mitad de la población europea podría enfermar.

Durante el fin de semana, he estado de paseo por el madrileño parque del Retiro. Estaba lleno. Españoles, ingleses, alemanes, irlandeses, franceses, rumanos, ecuatorianos, bolivianos, chinos... No sé si saldremos de ésta.