viernes, 31 de julio de 2009

El basket-playa de la basura

Cuando anoche mi señora me dijo que debíamos tirar la basura acumulada, bromeé con que podíamos lanzarla fuera por encima de la valla del jardín de casa de mi cuñado. Aunque, también contemplé la opción de tirar los detritus por encima de la valla que separa su jardín del de su vecino. Bien de una patada o bien emulando a los lanzadores de martillo o disco. Fue una coña pasajera, al final la basura acabó en los distintos contenedores situados en la calle para el depositado de los residuos. Lo prometo.

¿Cómo íbamos a tirar la basura de esa manera tan deportiva?

El caso es que ayer por la tarde cuando fuimos a la playa nos costó un poco encontrar un sitio. No es que hubiera demasiada gente. Tuvimos que sortear botellas de agua Font Vella, latas de Coca Cola (de cerveza y Fanta también), cajetillas de Ducados (y otras marcas), numerosas colillas (lógicamente), papel de aluminio de bocadillos y otros jugosos alimentos, cuerdas de ¿tender la ropa?, pañuelos de papel... y alguna otra cosita más. Si es que en la playa hay mucho deportista. No sólo nadadores o surferos, también hay buenos lanzadores. Propongo a los ayuntamientos de las zonas playeras que impulsen una prueba nueva para los próximos juegos olímpicos: el lanzamiento de lata o botella, tanto en la versión masculina como en la femenina.

Aunque otra opción para los ayuntamientos es invitar a estos deportistas a que jueguen al baloncesto en las papeleras. Si meten una lata de bebidas, dos puntos; una pelotilla de papel de aluminio, un punto; una cajetilla de tabaco, medio punto; una colilla, dos puntos (por la peligrosidad para los pies descalzos de los bañistas. Si se lanzan estos objetos desde lejos, tres puntos, aunque si se falla, el jugador debería ir recoger el rebote en ataque. Que deporte olímpico más bonito. Podría haber duelos internacionales entre lanzadores de residuos a las papeleras en las playas. El reto final: ser el dreamteam. Si hay voley-playa, también puede haber basket-playa.

miércoles, 29 de julio de 2009

El ataque de las moscas cocodrilo

Pobres Hombres G, siempre tenían detrás a las chicas cocodrilo dispuestas a morder un brazo o un pierna. Pobre de mí, he sufrido el ataque de las moscas cocodrilo o mosquitos cocodrilo.

Que terrible es el estar en la cama por la noche y percibir que una mosca o mosquito sobrevuela. Cuando todavía no estás dormido y eres consciente de la amenaza puedes arroparte, taparte las piernas e, incluso, taparte la cara con la sábana. Oyes el zumbido y casi de manera automática te cubres. Resistes pero, al final, el calor te vence y no tienes más remedio que destaparte para no derretirte.

En este sentido, el gran problema viene cuando has caído profundamente dormido y la amenaza de los insectos surge por sorpresa. Me imagino a los mosquitos trompeteros, que son los más peligrosos, atacando nuestra piel de la misma manera que los stukas alemanes bombardeaban en picado en sus ofensivas de guerra relámpago o Blitzkrieg. O como los Mitsubishi Zero cuando atacaron a la flota estadounidense en Pearl Harbour.

Ping, pang, pung. Pero no nos damos cuenta. Esta mañana me he levantado con picores en todas las piernas. Granitos en el muslo, los gemelos, los tobillos... Aunque hoy puedo considerarme afortunado. Sólo tendré que rascarme las piernas. Porque no es la primera vez que me he levantado por la mañana, me he mirado al espejo y me he encontrado a un monstruo. Granos en la frente, en la nariz, junto a la boca. Raiddddddd!!!!

martes, 28 de julio de 2009

La grúa se quiere llevar mi coche

Anoche me llevé uno de los sustos del verano, transformado en pocos segundos en un gran alivio.

Estamos en Sitges, Barcelona, durante esta segunda etapa de las vacaciones. No es la primera vez que venimos y por las noches, habitualmente, nos gusta dar una vuelta por el paseo marítimo. Anoche, como estaba un poco cansado, sugerí que nos acercáramos a la zona en nuestro coche y así acortar el tiempo de caminata. Así lo hicimos. Tras dar una vuelta, encontré un sitio para aparcar en una de las calles de la zona antigua. Me cercioré de que no había ningún problema y mi coche allí se quedó.

Estuvimos caminando un rato hasta que, a la vuelta al coche, me dí cuenta de que algo raro estaba sucediendo. En las proximidades de mi automóvil estaba parada una grúa municipal y un coche de la policía local. Se encendieron las alarmas. ¿Será mi coche? ¿Habré incumplido alguna norma sin saberlo?

Efectivamente, al acercarme vi como un policía y un empleado de la grúa estaban manipulando mi automóvil. Tenía la rueda trasera derecha levantada y en la oscuridad de la noche pensé que o bien me habían puesto un cepo o bien el neumático ya estaba subido en una de esas pequeñas plataformas de ruedas que las grúas utilizan para subir los coches. Mi corazón se aceleró. “La he cagado”, pensé, mientras calculaba el importe de la multa, “100, 150 o 200 euros para mejorar las cuentas municipales no me los quita nadie. Ya me están descuadrando las vacaciones”.

Era tal mi disgusto y mi reconocimiento de culpa que lo primero que le dije al guardia no fue “¿qué he hecho?” sino “¿dónde tengo que ir a pagar la multa? No soy de aquí”. En esto que el policía me dice “¿es suyo el coche?”, a lo que respondía afirmativamente, añadiendo que si había incumplido alguna norma de tráfico había sido de manera involuntaria y por desconocimiento. En cierta forma, ya estaba tratando de ablandarle el corazón al guardia. Por lo menos que no se llevaran el automóvil al garaje municipal.

Cuando ya estaba presto a escuchar lo que tenía que hacer para liberar mi coche, el policía me dice “no se preocupe, no pasa nada. Sólo estábamos moviendo su coche porque estos dos señores (en los que yo no había reparado) no pueden mover el suyo. ¿Va a salir?”. No acababa de creerlo y respondí de nuevo, “¿seguro que no pasa nada?”, y el guardia me dijo que no, “tranquilo, no sucede nada”.

En vista de la situación, casi cómica, los dos individuos que estaban con el guardia me dijeron con mucha educación “lo sentimos. Hemos llamado a la policía porque el coche que ha aparcado detrás del suyo no nos deja salir. No nos ha dejado espacio”. Para colmo, yo no era el que molestaba sino el de atrás, pero como la grúa sólo tenía espacio para mover el mío, la policía decidió proceder de esa manera.

La euforia se desató. Ni me encaré con el policía, que en un momento liberó la rueda, ni con los señores. “¡Qué susto me han dado! ¡me voy a casa más contento!”, dije casi gritando.

Era verdad, en cierta forma me había ahorrado una multa y el coste de la grúa. No me han fastidiado las cenas. Para hoy, y para evitar problemas similares, tengo claro que iremos al centro de Sitges en el Tren de San Fernando, un ratito a pié y otro andando.

lunes, 27 de julio de 2009

Aínsa y Sainte-Mère-Église

"El día más largo", una de las grandes películas bélicas que rememora el desembarco aliado en Normandía en 1944 durante la Segunda Guerra Mundial, narra dentro de su historia la peripecia de uno de los soldados participantes, en este caso un paracaidista. En su salto, y antes de llegar al suelo, el paracaídas se engancha en la torre de la iglesia de la localidad francesa de Sainte-Mère-Église, con lo que soldado queda suspendido en el aire.

En esa situación, el paracaidista es descubierto por un soldado alemán que, sin dudarlo, dispara. Por los caprichos del destino, la bala impacta en el tacón de la bota del soldado aliado que, en un momento de franca lucidez, se hace el muerto. Después de varias horas, el paracaidista es rescatado ileso por los compañeros. ¿Ileso? No del todo. El incesante ruido de las campanas de la iglesia de Sainte-Mère-Église le deja sordo, al menos de manera temporal.

La pasada semana, durante mi visita a la bella localidad oscense de Aínsa, estuve a punto de ser testigo de una situación similar. Vaya por delante que no salté en paracaídas. Estaba subiendo al campanario de la iglesia románica de Aínsa cuando al llegar a la estancia donde estaban las campanas quedé maravillado. “Cómo deben de sonar”, me dije.

Me disponía a recorrer los últimos peldaños de la escalera y me di cuenta de que una señora se disponía a bajar. Quise acelerar para permitir el paso cuando sonó el estruendo de un campanazo. ¡DANG! Sufrí una sacudida interna pero, aún así, tuve más fortuna que la señora porque al tener las campanas de frente la sorpresa fue menor. La mujer, por el contrario, estaba ya de espaldas a las campanas y el ruido hizo que se quedara petrificada. Su rostro configuró una mueca de casi terror. Todo el habitáculo del campanario había retumbado.

Menos mal que las campanas de Aínsa sólo dieron la una (del mediodía). Si llegan a sonar las doce, es decir, sólo una hora antes, yo me quedo sordo. Pero lo que es peor, habría tenido que pedir una UVI móvil del servicio aragonés de salud para que atendiera a esta señora. Hubiera tenido que ir al otorrino pero la otra visitante se habría visto obligada a acudir al cardiólogo.

sábado, 25 de julio de 2009

Buenos días, buenas tardes. Adiós al Pirineo

Hoy hemos dicho adiós a los Pirineos. Una verdadera lástima. No sé que destacar en este balance final, aunque debo decir que no será el último texto en el que haga alusión a estos 11 días de vacaciones.

El Pirineo tiene bonitos paísajes, permite comer muy bien e invita claramente a lanzarse a hacer deporte. Pero, además, muestra nítidamente la camaredería de la montaña. Un espíritu que se podría resumir en el "hola", "buenos días" o "buenas tardes" que todos los caminantes se dicen cuando se cruzan en cualquier punto del monte. Estas palabras vienen a demostrar que en la montaña no estamos sólos.

Sería difícil mantener la misma actitud en la ciudad. No podríamos ir saludando a todos porque no llegaríamos nunca a nuestro destino. Es más, acabaríamos hasta el gorro de decir hola, buenos días o hasta luego. Aunque también es cierto que este espíritu de la montaña sí podría aplicarse, al menos, en el portal o en el ascensor. Sobre todo porque en la mayor parte de las ocasiones ¡nos conocemos, coño! aunque sea sólo de vista.

viernes, 24 de julio de 2009

El enebro enano existe

Nuevo día de excursión. Hemos estado en la llamada ruta botánica, en las faldas del Pico del Alba, que también supera los 3.000 metros de altura. Muy tranquila y relajada. A lo largo del camino hemos podido ver algunas de las especies de árboles más extendidas de la zona, convenientemente explicadas. Pinos, pinos negros, abetos, abedules, hayas, olmos comunes, arces, boj, acebos, enebros enanos....

He intentado aprender algo para diferenciar las especies. Pero no es fácil. Tengo que reconocer que la gente de la ciudad, esecialmente algunos, somos un poco animales y a duras penas diferenciamos un pino de un abeto. Voy a proponerme a mi mismo el hacer un esfuerzo para fijarme en los distintos árboles. No será fácil pero, a lo mejor obtengo alguna recompensa. Por ejemplo, un quesito verde en el trivial o 400 puntos en el Buzz de la PlayStation.

Además hemos estado en las llamadas gorgas del Alba, unas cascadas de agua cristalina que desembocan en el río Esera. Daban ganas de bañarse pero, cuando he metido la mano he decidido finalmente descartar la opción. Lo compensaré esta semana en la playa mediterránea, donde el agua está un poco más calentita.

jueves, 23 de julio de 2009

Cumpleaños en Aínsa, Huesca

Hoy hemos estado en Aínsa, un bonito lugar de la provincia de Huesca (junto al Pirineo) lleno de historia, arte y leyenda, en el que celebrar el cumpleaños. Sí, hoy he cumplido un año más. Y sí, me siento un poco más cascado que ayer. Parece que 24 horas son muchas.

A lo largo del día, he recibido la felicitación de familiares y amigos. ¡MUCHAS GRACIAS!

También me han felicitado Spanair y El Corte Inglés. El Corte Inglés nunca falla. Muchas gracias también. Por el contrario, no me han felicitado ni Telefónica, ni Iberia ni mi banco. Desagradecidos. Ingratos. Pero, lo que más me duele es que no me haya felicitado mi equipo: el glorioso Atlético de Madrid. Que triste. No pido que me llamen Forlán o el Kun para felicitarme, pero un SMS o un correo electrónico. Tantos años de aficionado y abonado para ésto. No me cambio por que... Y me consta que otros equipos sí felicitan a sus abonados.

Un desafío de más de 2.000 páginas

He empezado a leer la trilogía Millenium. Ya contaré mis apreciaciones. Tengo más de 2.000 páginas por delante.

miércoles, 22 de julio de 2009

Los borregos del Tour

No cabe duda de que el Tour de Francia levanta pasiones. No hay más que ver los miles de personas que se agolpan en los arcenes de las carreteras por las que pasa la serpiente multicolor. Además, muchos de ellos acuden a ver la carrera en su propia bicicleta lo que implica un gran esfuerzo personal cuando se trata de ir a ver una etapa cuando esta transcurre por una zona montañosa.

Junto a estos miles de aficionados, o dentro de este gigantesco colectivo, figuran varias docenas de supporters que son auténticos BORREGOS. Me refiero a estos hinchas que corren a gran velocidad junto a los ciclistas, cuando estos últimos tratan de llegar a la cima de un puerto. A veces corren sin camiseta, otras veces llevan una gigantesca bandera (omito la nacionalidad porque puede ser cualquiera) e incluso, en ocasiones, van disfrazados con las vestimentas más extravagantes posibles.

¿Por qué corren junto a los ciclistas, cuando muchas veces suponen un riesgo para los deportistas? Quizá porque les da rabia que la carrera pase tan rápidamente y sólo vean a sus héroes unos segundos (o décimas). También es posible que derrochen pasión por Contador, Sastre o Armstrong.

Me pregunto que sucedería con estos aficionados en otros deportes. Imaginad que Cristiano Ronaldo o Diego Forlán fuesen a tirar un penalty y en ese momento apareciesen cuatro o cinco ultras y se pusiesen junto al balón a chillar como descosidos. O que Pau Gasol fuera a lanzar un tiro libre y Jack Nicholson, por decir alguien, se situase detrás y empezase a gritar. “¡Vamos Pau, tira, a por ellos; venga coño!”. Y si un aficionado saltase junto a Rafa Nadal cuando éste se dispusiese a sacar en un tie break decisivo en Wimbledon. Peor sería en el caso de Fernando Alonso, si en una curva en el Gran Premio de Montecarlo se encontrase con cuatro borregos subidos a un Cuatro Latas animándole.

En este caso, que mala suerte tiene Contador.

Homenaje a Tête de la Course

Hoy estábamos cansados y hemos optado por una excursión con una menor dureza. Hemos estado en Anciles y la selva de Conques. En torno a dos horas caminando. Recomendable el pueblo de Anciles por sus señoriales casas de piedra.

Posteriormente hemos estado viendo el final de la etapa de hoy del Tour de Francia. Contador es casi campeón aunque, hasta que no se cruza la última meta, no hay que cantar victoria.

De todas maneras, si hay que homenajear a algún corredor, ese no es otro que Tête de la Course. Año tras año siempre va en cabeza. Por este ciclista no pasan los años. Sea cual fuere la época, está con los primeros. Desde que tengo uso de razón ciclista, más o menos en la era victoriosa de Hinault, siempre le he visto. Perico, Fignon, Lemmond, Miguel Indurain, Armstrong, Contador... con todos ha competido. ¡Enhorabuena!

martes, 21 de julio de 2009

El puerto de La Glera y los comerciantes

Tras un día de excursión en coche, hoy hemos vuelto a la montaña. Se echaba de menos. Ha sido el turno del ibón Gorgutes y el puerto de La Glera, que tiene un desnivel cercano a los 2.400 metros de altura. Nuevamente, hemos ido de España a Francia caminando.

Cuentan los libros de historia que este puerto fue una vía de comunicación entre Francia y España durante varios siglos, al igual que el Puerto de Benasque (se comunican con valles diferentes en Francia). Un camino, al parecer, muy utilizado por los comerciantes de ambos países.

Visto el camino y el desnivel, sería de justicia que las patronales del comercio de España y Francia homenajeasen a estos hombres. Por la ladera de España la subida es pronunciada, pero por la cara francesa es todavía más escarpada. Y en aquellos años, no estaba la alternativa del túnel de Viella; no había más remedio que subir las montañas. Si hubiera existido entonces el comercio electrónico seguro que habrían apostado por internet.

Con respecto al Ibón de Gorgutes, muy bonito también. Y tampoco me he bañado. Ni loco. En la próxima vida.

Las lagartijas, las más fuertes

Esta mañana, antes de partir en dirección al ibón de Gorgutes, he visto en televisión un documental sobre el fin de los dinosaurios hace varios millones de años. Los autores apostaban por las tesis del impacto de un asteroide sobre la superficie de la tierra.

Debió de ser terrible porque generó una explosión que acabó con las vidas de los tiranosauros rex, los velociraptores, los mosasaurios... de todos los reptiles. ¿Todos? No, todos no. En las montañas del Pirineo resisten las lagartijas. Hoy, en la subida hacia el puerto de La Greda, zona plagada de rocas, me he encontrado con muchas de ellas, a derecha e izquierda. Las lagartijas resistieron la hecatombe de los dinosaurios y están dispuestas a resistir al hombre, que no es fácil.

lunes, 20 de julio de 2009

Lo que cansa conducir

Durante cinco días hemos estado caminando casi sin parar por las montañas del Pirineo. Siete horas seguidas, seis, ocho, cinco y media... Unos paseos que implicaban lógicamente, un gran cansancio al término de la jornada. Hoy, sin embargo, hemos hecho la primera excursión en coche. No es que haya acabado cansado, es que... ¡vaya paliza! Lo que cansa conducir. Subidas, bajadas, curvas, entradas a pueblos, frenadas. El listado es interminable.

La excursión, para ir al grano, nos ha llevado a Viella, en el corazón del Valle de Arán. Y que curioso. Ayer fuimos andando desde nuestro hotel en los llanos del Hospital de Benasque hasta la entrada al Valle de Arán a través del Coll de Toro. Hoy, por el contrario, ir al citado valle ilerdense nos ha costado cerca de cien kilómetros. No exagero. Mirad el mapa. Benasque y Viella está relativamente cerca en línea recta pero para ir en coche de una localidad a otra hay que dar un paseito.

Si viniera nuestro querido alcalde madrileño con sus tuneladoras arreglaba el problema. Tres turnos de obra y en un par de añitos, de Viella y Benasque en 20 minutos. Además, y al contrario que en otras obras, aquí no se molestaría a casi ningún vecino. Sólo a algún águila, lirón, marmota o muflón.

El aranés se come el cartel

En el Valle de Arán, los carteles de información de las carreteras son curiosos. Supongo que recordaréis que en muchas señales de tráfico aparece en la parte superior la información “Red de carreteras del Estado”. Pues en el Valle de Arán aparece en tres idiomas (castellano, catalán y aranés) y uno sobre otro, de manera sucesiva. Claro, se comen medio cartel. Está más claro que la vía forma parte de la red de carreteras del Estado que la dirección de la propia carretera.

El vicio de las lentejas

Ayer en la cena, y como casi siempre que hay en el menú, pedí lentejas. No había más que comenzado a deleitarme con mis legumbres favoritas (junto con los garbanzos y las judías) cuando una señora que estaba en la mesa de al lado me preguntó, “¿están buenas las lentejas?”, a lo que yo respondí “un plato de lentejas siempre es un plato de lentejas”. Y se las pidió su marido.

domingo, 19 de julio de 2009

Tranquilos, que no llueve

Todos hemos respetado siempre a los lugareños, sea cual fuere el sitio, cuando han hecho sus previsiones sobre la meteorología. “Si las nubes vienen de detrás de esas montañas, es que no va a llover” o “si el cielo está estrellado, mañana hará buen tiempo, por ejemplo”. Su sabiduría y su experiencia dan un aplomo total a sus palabras. Llevar la contraria es casi un insulto.

Pero no debería ser así. También se equivocan o, mejor dicho, también tienen derecho a errar. El pasado viernes fuimos a Cerler. Allí estuvimos caminando durante un buen rato. Y disfrutamos mucho. Pero, según pasaba el tiempo veíamos como unas nubes iban viniendo desde Francia. Al principio eran blancas, si bien, poco a poco, iban transformándose en grises.

Cuando íbamos a bajar por el telesilla se me ocurrió comentarle al encargado (según me dijo era de uno de los valles cercanos) sobre la aparición de esas nubes (cuando aludí a las nubes, el horizonte estaba ya bastante cubierto). “No llueve, seguro que no. Podéis estar tranquilos”, dejó claro.

Volvimos al hotel, que no dista más de 15 kilómetros de Cerler, y las nubes ya se habían vuelto negras. Estábamos todavía en la carretera y ya chispeaba. Al aparcar, llovía. Al merendar, la lluvia estaba acompañada de viento (vientazo). Al cenar venía aguanieve (y la temperatura en cuatro grados) y a la hora de ir a la cama, la de San Quintín. Menudos chuzos. A la mañana siguiente pudimos comprobar que en las cumbres altas había nevado.

Pero tranquilos, que no llueve.

Un agua demasiado fría para nadar

Nuevo día de excursión en los Pirineos. Hoy hemos ido al Coll de Toro, situado al norte del macizo del Aneto y que sirve de entrada al Valle de Arán. En la confluencia de ambas zonas hay un bonito ibón. No es Ivonne Reyes, pero también es una maravilla de la naturaleza. Para los que no lo sepáis, un ibón es un lago natural de origen glaciar, muy típico de los Pirineos.

La verdad es que hoy ha sido un día bastante caluroso y después de dos horas de caminata al sol, el agua cristalina del ibón invitaba a zambullirse y nadar. Pero, ha sido rozar el agua con las yemas de mis dedos (de las manos) y he cambiado de opinión. No estaba muy caliente que digamos, más bien un poquito fría.

¿He sido un cobarde? Quizá. Hace algunos años, en una situación similar, me bañé en otro ibón, exactamente el Estanés, situado cerca de Astún y Candanchú. Eran otros tiempos. Era más joven. Recuerdo que en aquella ocasión hasta nadé.

Hoy ha sido distinto. Me he quedado en la orilla. No obstante, y como contrapartida positiva, ninguna de las personas que estaban junto al ibón ha podido pensar algo así como “donde va ese loco” o “ese tío está zumbado”. Algo es algo.

sábado, 18 de julio de 2009

Primera prueba superada

Ayer comenté mi hazaña fallida de las dos abuelitas. Creo que he logrado recomponer mi espíritu deportivo. Hoy, en compañía de mi señora, que es una fiera, he subido al puerto de Benasque, de más de 2.400 metros. Prueba superada. Sí, nos hemos levantado temprano, hemos desayunado (como nos hemos puesto) y hemos partido hacia nuestro destino. Siete horas de camino en total, que nos han llevado a territorio de la República Francesa.

El puerto de Benasque es un paso fronterizo usado durante siglos por contrabandistas, comerciantes y que, en época de la guerra franco-española de 1793, fue testigo del enfrentamiento entre ambos países. Hoy, por suerte, franceses y españoles nos damos los buenos días o tardes, según la hora. Bon jour madmoiselle o messieur. Eso sí, todos llegamos arriba igual de reventados. Bon voyage.

Las vacas evitan la crisis

En nuestro trayecto de hoy por las cumbres pirenaicas, hemos pasado junto a varios rebaños de vacas. Al principio, mi señora era un poco reticente. Tenía un pelín de repelús (entre nosotros, estaba temblando). Pero, en la medida que pasábamos junto a ellas le ha ido perdiendo el miedo. Poco a poco. Tanto ha sido así que, al final, estaba dispuesta a dar unos capotazos. Ha sacado el forro polar y se ha puesto a llamarlas, “eh eh, vaca”. No le han hecho mucho caso. Creo que era porque el forro polar no era rojo.

Por cierto, que bien viven las vacas a 2.000 metros de altura durante el verano. Hasta que llegan las nieves, pastan, toman el sol, duermen y ponen unas cacotas que decoran el monte a un estilo “nature-deco”. Para ellas no hay crisis. No se van a ir al paro, tienen trabajo. Por cierto, anoche me comí un entrecot de ternera que...

Añoro los órdagos

Mientras escribo estas líneas, hay cuatro personas jugando al mus.... ¡que envidiaaaa!

El telesilla del amor

Ayer volví a darme cuenta de que me vuelvo mayor. Siempre me ha encantado el telesilla. Que emoción. Subir una montaña sentado con los pies colgando y ver el paisaje con plena comodidad. Y por cierto, a una altura considerable. Ahora es distinto. Fuimos a la estación de ski de Cerler y subimos, sin coña, en el “telesilla del amor”.

Sí, era cómodo y con unas vistas impresionantes. Pero, no se como explicarlo. Cuando miré a las sillas “voladoras” que iban por delante me dí cuenta de que estaban sentados a una gran altura. No dije que estuviera temblando, pero me agarré, como quien no quiere la cosa, de la barra metálica que hacía el papel de reposabrazos. Y de hacer fotos... ja.

Ya me pasó algo similar cuando, hace un par de años, subí a la torre de la catedral gótica de Amiens. Era una maravilla ver la ciudad y la propia catedral desde allí pero también pensé entonces “¿qué hago aquí?”. Y no estaba sólo, las típicas gárgolas con formas de monstruos y demonios parecían mirarme.

viernes, 17 de julio de 2009

Vacaciones en los 'Piris'

Estamos de vacaciones en los Pirineos. Cerca de Benasque, en Huesca, en las proximidades del macizo del Aneto. Si no me equivoco, la segunda cota más alta de la Península Ibérica después del Mulhacen. Deporte, montaña, paisajes, buena comida. Si nos toca la primitiva, hemos quedado en permanecer aquí un mes, o dos.

Las abuelitas me ganan

Siempre me he atribuido a mi mismo el atributo de deportista. Pese a que en los últimos años apenas me he movido, salvo alguna escaramuza de fútbol o baloncesto, cuando llegaba a la montaña me calzaba las botas y adelante, a caminar. El jueves, mi primer día en los Pirineos, comencé con cierta fuerza. Anduve (no andé) un rato largo, o al menos eso creí, que me llevó a subir unas duras rampas. Mientras avanzaba, reflexionaba interiormente y me decía algo así como, “no estoy en tan mala forma”, o “todavía mantengo el espíritu de atleta”.

En esto que, al pasar una curva de la pista forestal en la que me encontraba y me encontré con un hombre que caminaba muy despacito ayudado de dos bastones porque tenía las piernas fatal. En esto que avancé unos metros más y observé a dos abuelillas andando, la una agarrada a la otra. Mi gozo en un pozo, que dice el refrán. “Estoy en un estado de forma lamentable”, me dije plenamente convencido.

Ante dicho escenario, sentí un arrebato interno. Tenía que seguir. Y lo hice. Logré caminar al término del día más de seis horas, incluyendo una subida a un pico de más de 2.500 metros.

A las ocho de la tarde estaba cenando y a las diez estaba en la cama. Y tardé poco en empezar a dormir.

Plan E para el Pirineo

He leído en un libro sobre los Pirineos, que son unas montañas jóvenes. Tienen en torno a 30 millones de años. Visto lo visto, no se conservan muy bien. Hay rocas y peñascos caídos por todos los sitios. De hecho, por todas las carreteras hay carteles que avisan sobre el peligro de aludes y derrumbamientos. Yo mismo he visto más de un pedrusco caído en los arcenes.

Ante el riesgo de deterioro de esta cordillera en los próximos 30 millones de años, propondría la puesta en marcha de un Plan E para su salvaguarda. Así, si un montañero llega a la cota del Aneto o el Monte Perdido, se encontraría con un amplio cartel del Plan E con el título, “Obras de rehabilitación de la ruta de la Renclusa”, por ejemplo. Aunque, como los Pirineos están entre España y Francia, el plan sería E y F. ¡Ah!, se me olvidaba, y con la A de Andorra.

martes, 14 de julio de 2009

Aterriza como puedas en el metro

Esta historia es totalmente cierta, lo prometo. Si recordáis la vieja película "Aterriza como puedas", en un momento determinado, y durante una de las agitaciones que vivía el avión, una de las pasajeras trataba de maquillarse. Claro, era imposible. Acababa pasándose el pintalabios por toda la cara.

Ayer, cuando viajaba en el metro de Madrid, exactamente entre las estaciones de Prosperidad y Avenida de América (Línea 4), me quedé de piedra al ver como un señor trataba de ponerse unas gotas en los ojos (supongo que un colirio o similar). Y digo trataba porque las pasó canutas. No atinaba ni de cerca. Normal. El vagón se agitaba continuamente por el traqueteo habitual y era imposible dejar quieta la cara. Intentaba echarse una gota en el ojo. Nada, fallaba. Le caía en la nariz. Otro intento, en el cuello. Una tercera tentativa, en la camisa. La verdad es que el hombre llevaba la camisa hecha un asco.

A lo mejor soy cruel porque, es posible que el hombre no tuviera más remedio que ponerse las gotas en ese momento. Es cierto que llevaba unas gafas oscuras lo que denotaba que tenía algún problema de vista. Pero, ¡demonio!, se podía haber esperado unos segundos (como mucho un par de minutos), haberse bajado en la estación siguiente y haberse puesto las gotas en el andén... que no se mueve.

Mi hamster no canta ni baila... todavía

Este pasado fin de semana ví en televisión la película "Alvin y las ardillas". Particularmente no me gustó demasiado, aunque para gustos colores. La película narra las peripecias de tres ardillas que hablan, cantan y bailan. Unas auténticas artistas que logran cautivar al público. De hecho, llegan a hacer conciertos en directo y, en el culmen del éxito, un supuesto manager trata de hacerse rico con el espectáculo.

La historia me hizo recordar uno de esos viejos dibujos animados de la Warner Bros, en la que un hombre encontraba una rana que, al igual que Alvin, también era una auténtica artista. Cantaba, bailaba, derrochaba simpatía con unos ojazos comparables a los de actores como Gene Kelly. Pero al contrario que con Alvin, que atraía al público con sus actuaciones, la magia de la rana sólo podía ser contemplada por el hombre que la había encontrado. Así, cuando el protagonista lleva a la rana a un representante, el simpático anfibio se comportaba como un verdadero anfibio y sólo sabía decir "cro, cro, cro". En cuanto salía el hombre de la oficina del representante, la rana volvía a cantar y cantar. Y así una vez tras otra. Sucedía lo mismo con todos los personajes del mundo del espectáculo. "Cro, cro, cro....", era lo único que decía la rana con unos tristes y apagados ojos. Al final, el hombre acaba siendo pobre (todos creen que está loco) y, si no recuerdo mal, viviendo de bajo de un puente. Aunque con el maravilloso espectáculo de la rana.

Mi hámster, mi querido Camarón, de momento, ni canta ni baila. Sólo come, duerme, roe los barrotes, rasca la tierra de la jaula y da vueltas en su rueda, entre otras actividades. Menos mal. Por lo menos no acabaré viviendo debajo de un puente por su culpa. Y menudo susto si un día me dirige la palabra. Imaginad que me dice, "Santi, estas pipas están malísimas, cómetelas tu"...

miércoles, 8 de julio de 2009

Fórmula 1 en el centro de Madrid

Ya puedo entender perfectamente las emociones que sienten Fernando Alonso o Carlos Sainz. En este caso, comprendería mejor a Luis Moya, histórico copiloto de Sainz en el Mundial de Rallies.

¡Que carrera he vivido esta tarde-noche por las calles de Madrid! ¡Que gran conductor de rallies era el taxista! Aunque, estoy seguro de que también podría correr en una escudería de Fórmula 1. Por ejemplo, ahora que Alonso parece que se va a ir a Ferrari, queda una plaza libre para Renault. Aunque también está la nueva escudería española de Adrián Campos y Carabante.

De verdad, que conductor, que piloto. Como subía por la calla de Alcalá y que curva ha tomado en Velázquez. A partir de allí, sorteaba los coches de derecha a izquierda sin parar. ¡Zas!, cambio de carril a la derecha. ¡Ras!, cambio de carril a la izquierda. Caminaba por el carril más pegado a la izquierda y, de pronto se encontraba con un coche aparcado. No pasa nada. Cambio radical de dos carriles hacia la derecha y problema resuelto. Y todo a una velocidad de entre 80 y 90 kilómetros por hora por una calle llena de vehículos. Después curva a la derecha y luego a la izquierda para tomar Príncipe de Vergara. Desde allí, que recta se ha marcado hasta la plaza de la República Dominicana. ¡Como me subía la adrenalina!

No he sentido miedo en ningún momento del recorrido. Que seguridad. Que finura y, al mismo tiempo, solidez en el pilotaje. Que aplomo. Médicos cardiólogos, con conductores así va a bajar el número de afectados por problemas coronarios.

Y por supuesto, Ayuntamiento y Dirección General de Tráfico, que ejemplo de circulación cívica. En ningún momento ha pitado ni ha dado las luces largas a otros coches que iban por delante. Si por mí fuera, no le daba los dos puntos que la Administración ha decidido dar a todos los conductores que no han cometido ninguna infracción desde que se puso en marcha el plan. Yo le daba cuatro puntos, el doble. Bueno no, seis, el triple, que se lo merece.

Es cierto que nuestro querido taxista todavía tendría que mejorar ciertos aspectos técnicos como por ejemplo cuando no entra una marcha y la caja de cambios rasca bruscamente. No sé cuanto cuesta una caja de cambios pero no creo que sea barato. Si bien, mirándolo de otra manera, si se carga la caja de cambios en el Mundial de Rallies o en un gran premio de Fórmula 1, no sucederá nada porque hay un amplio equipo de ingenieros dispuesto a arreglar las averías.

Jefes de escudería, escuchadme, este conductor es una fiera. Hay que darle una oportunidad.

Entradas para los encierros de San Fermín

Siempre me han gustado los encierros de San Fermín. De hecho, en la semana que coincide con la celebración de los festejos en Pamplona acostumbro a levantarme antes para poder estar delante del televisor cuando suena el chupinazo que anuncia la salida de los toros.

Pero hay un problema que he podido observar en el encierro de hoy. Cada vez hay más gente. Es cierto que no es algo exclusivo de este año. Ya en ediciones anteriores se había dado esta situación, sobre todo en los días no lectivos. Pero es que esta mañana me he quedado impresionado. A lo mejor es sólo una apreciación pero en muchos momentos del encierro no había manera de ver a los toros. Sólo se veían cabezas y más cabezas sobre las más floridas camisetas, muchas de equipos de fútbol.

Si esta situación perdura y sigue así, cualquier año los toros tendrán que ir corriendo por encima de las cabezas de los mozos. No tendrán sitio. También se podrían abrir a cornadas, aunque sería muy sangriento y con tanta gente, los pobres animalitos acabarían agotados.

Quizá la opción que tenga el Ayuntamiento de Pamplona para reducir esta masa de corredores es sortear entradas para los encierros. O mejor venderlas. Que buena idea he tenido. Y con esos fondos ir reduciendo la deuda e ir ayudando a la financiación municipal en un momento tan complicado como el actual.

Así, ante las críticas de los antitaurinos, esos señores y señoras que van desnudos y pintados de rojo, la alcaldesa de Pamplona podría decirles. "Con los encierros ayudamos a financiar a la administración. Es interés social y económico". Eso sí, tendrá que tratar de evitar la reventa que seguro que se generaría, sobre todo por el interés de los posibles corredores que vienen de países lejanos como Australia o Estados Unidos.

Good news (II)

Good News II.
Ha salido el sol. Y hace buen tiempo.

Good news

Tras leer algunas visiones apocalípticas de diversos comentaristas de la actualidad y sufrir una dramática agitación interna he decidido proponerme lanzar una sección en este ambicioso blog: las buenas noticias o good news.

Es un difícil reto, un complicado desafío, un objetivo lejano pero, estoy dispuesto a batirme contra los representantes del tremendismo infinito.

La primera noticia buena que con valentía y osadía me atrevo a lanzar en este blog es que MAÑANA SALDRA EL SOL.

lunes, 6 de julio de 2009

Paleolítico, neolítico, magdaleniense, auriñacense...

Al revolver libros este fin de semana, encontré uno de los viejos manuales de historia que utilicé cuando estudié primero de BUP. Sí, no me lo pensé mucho y lo abrí. En principio la idea era echar una ojeada para rememorar. Pero, me atrapó. Que maravilla. Que temas más bonitos estudié cuando hice BUP. Que lástima no poder acordarme de todo.

Los primeros temas, con la prehistoria, dividida entre Paleolítico y Neolítico. Y luego, griegos y romanos (con el primer triunvirato de Julio César, Pompeyo y Craso; y el segundo con...). A continuación la Edad Media para desembocar en el Renacimiento, y el Barroco con el Siglo de Oro. El Absolutismo, y luego el Siglo de las Luces, para entrar en las Revoluciones. El Liberalismo del XIX, y Carlitos Marx. La unificación de Italia y Alemania, y después las guerras mundiales con la Gran Depresión entre medias.... y al final la Descolonización, la Guerra Fría. Y no avancé hasta la caída del Muro de Berlín porque estudié primero de BUP unos años antes. Si no, pues claro que habría caído el muro, en mi libro quiero decir.

A lo mejor es motivo de mofa, pero que interesantes son esos libros de texto. Apuesto a que sería muy necesario que fuera obligatorio el volver a leerlos. Historia (sociales), matemáticas, ciencias naturales, LENGUA a pesar de que parecía un pestiño (¡y no lo era!), y por supuesto inglés. ¡Ay, el inglés! I wish I could go back to those English classes.

Tengo que reconocer que he dejado el libro de historia junto a la mesilla. El próximo fin de semana, volveré a leerlo. Aunque, he visto el libro de lengua de segundo de BUP y tenía una buena pinta. No sé, no sé. Tendré que elegir.

miércoles, 1 de julio de 2009

Yoghi, surfero

Pobre Yoghi, en los últimos dos días le había considerado un vago. Siguiendo las líneas argumentales de la publicidad turística del Principado de Asturias, había descrito a nuestro querido amigo como un amante del vino y como un amante de la siesta.

Pero no va a ser todo así. Según un tercer anuncio del Principado, al oso de Yellowstone también le gusta el deporte. Especialmente el surf. Por lo menos así lo parece. En la publicidad se ve a Yoghi y Bubú caminando con sendas tablas de surf caminando por la playa en dirección a la orilla del mar. Lo único que espero es que ninguno de los dos, especialmente Bubú, tenga resaca. Y es que la sidra puede ser muy peleona.