domingo, 20 de septiembre de 2009

Zapa contra Zara

No hay ciudad del mundo que se precie que tenga al menos una tienda de Zara, la prestigiosa cadena de tiendas de moda española. En todas las ciudades del mundo en las que he estado a lo largo del último año en que no haya uno de estos establecimientos, y casi siempre en sitios céntricos. París, Berlín, Londres, Munich, Viena... pero con la excepción de Montpellier. Si hay un Zara en esta bonita ciudad del litoral mediterráneo francés, yo no la vi.

Pero la tienda que sí encontré fue Zapa. Sí, Zapa, con “P” de Pamplona. Y estaba en el centro de Montpellier y era también de ropa. No lo podía creer. No me fijé mucho en la calidad de las prendas pero la casa de modas parecía de postín pues era una de esas que tiene grabado el nombre en una de sus paredes de piedra externas. Menos mal que siempre hay algún cachondo. No sé si sería español o francés (supongo que la probabilidad de que sea uno de estos últimos es mayor), pero un individuo o individua tuvo la feliz idea de añadir (pintar) a la “P” de Zapa un rabillo para que pareciese una “R” de Zara. Claro que, pudo ser alguien de Zara para tratar de boicotear a su rival, aunque también pudo haber sido alguien de la propia Zapa, para tratar de atraer clientes de la cadena española. Eso es algo que nunca podré saber. Pero Zapa existe, por lo que he visto hay muchas más tiendas en Francia (tienen como imagen actual a Inés Sastre) y es competidora de Zara

viernes, 18 de septiembre de 2009

Los franceses no saben hablar inglés, menos que los españoles

En mi viaje a Francia (del que doy más detalles más abajo), he contado con una persona encargada de la guía. Muy profesional y competente sobre Francia, la comida francesa y con un gran conocimiento del español.

Precisamente del español me gustaría hablar. Nuestra guía llegó a decirnos que a su hijo, ya de más de 20 años, no le recomendó ir a España a aprender español. Sí, es cierto, le dijo que se fuera a México.

El motivo es sencillo. “Coño, cojones, joder..., los españoles lo están diciendo todo el rato”, decía nuestra guía, quien añadió que, a veces, cuando tiene que hacer traducciones de español a francés a directivos y otros profesionales, no puede ni mucho menos hacerlo textualmente. "¿Cómo voy a traducir coño o joder?, me echan", dijo con sorna.


Ps: Dicen de los españoles, pero muchos franceses no saben nada de inglés. Ni en la hostelería ni nada. Incluso he visto un bar en Montpellier con un cartel en el que se decía “hablamos inglés, o al menos lo intentamos”. De verdad, no tienen ni idea. Ni puta idea.

Sarkozy, ¡asfalta, hombre!

Las autopistas francesas son buenas. Muchas con tres carriles, velocidad máxima de 130 kilómetros por hora, circulación fluída... son buenas salvo que, ¡menudos baches! A lo mejor no es para tanto pero para las personas como yo que sufren del cuello, son casi mortales. Parece que se me va a desenroscar la cabeza. Sarkozy, asfalta la carretera, por favor, hombre, por favor.

Recuerdos de la Provenza "Made in China"

Como casi siempre en mis viajes, no he comprado nada. Pero un detalle, estábamos viendo unos imanes de recuerdos, de esos que se suelen poner en las puertas de las neveras, cuando al mirar uno de ellos, con forma de botellas de vino, una de las compañeras que formaban la expedición ha dicho. “Son made in China. Recuerdos de la Provenza fabricados en China”.

Si es que, qué mejor sitio que China para fabricar recuerdos de la Provenza. Mañana miro en Madrid de dónde son los imanes que vendemos de la Cibeles o la Puerta de Alcalá.

Así es Montpellier

He estado un par de días en Montpellier, ciudad francesa situada en el litoral mediterráneo, situada a unos 150 kilómetros de Marsella. Y me ha sorprendido positivamente. No me esperaba una ciudad así. Con un casco antiguo con una estructura medieval, marcado por calles estrechas, casas de piedra a caballo entre el medievo, el renacimiento, el barroco y el neoclásico; y con unas líneas finales de avenidas propias de la época de Napoleón III. Por supuesto, con su arco de la victoria.

Además, tiene una parte moderna diseñada por el arquitecto Ricardo Bofill que, según los franceses, está bien por fuera pero vacío por dentro.
¿Recomiendo visitar la ciudad? Sí. Muy animada, plagada de restaurantes, bares y terrazas en callejuelas, callejones y placitas.

Ps: En la zona centro hay cámaras de vigilancia. No puedo hablar de los motivos exactos aunque supongo que será algo relacionado con la seguridad. Y no puedo recordar si Montpellier fue una de las ciudades azotadas por la ola de incendios de coches y algaradas callejeras hace algunos años, en la época en la que Sarkozy fue ministro del Interior.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Para hacer bien el amor hay que ir al sur… o al norte

El pasado fin de semana estuvimos de boda en Santander, en el norte de España. Como no podía ser de otra manera, la diversión fue plena.

El caso es que durante el baile, sonó la canción de Raffaella Carrà “Hay que venir al sur”. Sí, esa melodía que entona “Para hacer bien el amor hay que venir al sur”. ¿¿¿¿???? Y se atrevieron a poner esa canción en Santander, en el norte de España. Pero bueno, que desvergüenza, como osan, que humillación.

Creo que la gente de Santander debería de haber boicoteado esa canción. Tendrían que haberse negado a bailar. Y por supuesto presentar una protesta formal ante los responsables del local.

Decir que para hacer bien el amor hay que ir al sur es una ofensa para los hombres y mujeres del norte. “¿No somos buenos amantes?, si somos los machos ibéricos del norte”, tendrían que haber dicho en alto los hombres de esas comarcas. “Y nosotras ¿acaso somos unos callos?”, debieron plantearse las injustamente humilladas cántabras con un gran enfado.

Fue una canción muy desafortunada, aunque todo sea dicho, la bailó todo el mundo. No hubo reacción popular.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Camino del club de las luces de neón

Circulando por la carretera de Burgos de vuelta a Madrid, días atrás, me ví envuelto en un gran atasco. Como solución parcial y gracias a mi dilatada experiencia, decidí entrar en la antigua vía que atraviesa el pueblo de El Molar (aclaro que se ha construido una variante para evitar esta localidad del norte de Madrid). No estuvo mal porque ahorré unos minutos y adelanté a unos cuantos coches.

Pero lo que verdaderamente me llamó la atención fue al llegar a una de las rotondas. En una de las señalizaciones oficiales de la carretera pude ver que indicaba direcciones hacia pueblos como “El Molar”, “Pedrezuela” y “Club”. Lo que no tengo claro es si la señal se refería al club de deleite y ocio con luces de neón que estaba en la dirección en la que indicaba la señal o un supuesto club de karts que, al parecer, hay en los alrededores. Sin duda, las luces de neón estaban mucho más cerca.

¡Vaya ofertón!

En una de las esquinas que hay en una calle que hay junto a mi casa hay un puesto de melones y sandías. Un clásico. Francamente, tienen muy buena pinta.

Pero lo mejor de todo son las ofertas que hace el tendero. “Un melón, 2,5 euros; dos melones, cinco euros”. Todo un descuentazo. ¡Carrefour, tiembla!