Pocos segundos después, el semáforo se puso en verde y arrancamos. Y el perrito de adorno volvió a la vida. Empezó a ladrar y saltó a los asientos de delante. El conductor, mientras cambiaba de marcha y aceleraba, empezó a acariciarle cuando el can se sentó en el asiento del copiloto.
Si la radio le aburre y nadie le llama al móvil cuando va conduciendo, ponga un perrito en su vida, le animará en los viajes. Pero que vaya con usted, no le meta en una jaula que se aburre. No se sentirá realizado el animalito.
Incluso le puede enseñar a conducir como Hong Kong Phooey (Fuy en la versión en Español) o a ser un perro copiloto como el famoso Lindo Pulgoso de los Autos Locos. Incluso, no descarto haber visto a Scooby Doo conduciendo en algún capítulo, huyendo de algún monstruo.