miércoles, 8 de abril de 2020

El milagro de Antic y la temporada de nuestra vida


Escribí este homenaje a Antic en la noche de ayer y lo  publiqué en ADN Rojiblanco 

Radomir Antic llegó a nuestro Atleti en el verano de 1995, un momento de desánimo. El equipo había perdido la inercia de la era de Futre y Schuster, apoyada en su etapa final por Luis Aragonés, y las dos temporadas previas habían sido un desastre. Tanto que en una de ellas hubo cinco entrenadores y en la otra seis, incluido un tal Romero, y en la que se coqueteó con el descenso, pese a tener ya en el equipo a jugadores como Kiko, Simeone, Vizcaíno, Caminero, Solozábal, Lopez o Toni. 
Su aterrizaje quizá tuvo algo de cruce de destinos. Antic había entrenado creo que dos o tres años antes al Madrid, y con el equipo líder destacado, Ramón Mendoza le echó a mitad de temporada porque el equipo no daba espectáculo, y trajo a Beenhaker. A partir de entonces sí que dio espectáculo, pero para los aficionados de otros equipos. Al final perdieron la liga, y supongo que Antic lo lamentaría interiormente pero quedaría dentro de él un espíritu de revancha. El Atleti le dio la oportunidad y, bueno, montó una histórica.
Ese verano, yo estaba en el cuartel, y allí se leía la prensa deportiva todos los días. No había internet. Los anuncios de fichajes eran de comentarios jocosos entre los madridistas. Dos del Albacete, incluido el portero, un tal Molina, que le habían cascado goles en los partidos previos como si fuera un guardameta de balonmano. Luego Penev, que decían que estaba acabado; Roberto, del Español; unos jóvenes de Uruguay y Argentina, Petete Correa y Biagini... Supongo que alguno más que no recuerdo. 
Y faltaba la guinda. Un organizador. El elegido era Prosineski, estrella yugoslava pero que había fracasado en el Madrid por sus múltiples lesiones, y que se había refugiado en el Oviedo con el propio Antic para tratar de resurgir. Salta la ilusión en la parroquia colchonera, pero cuando parece que va a fichar por el Atleti, se cruza el Barcelona, todavía de Cruyff, y se va a la Ciudad Condal. Aquí sale el primer milagro de Antic. El elegido es otro yugoslavo, serbio para ser preciso, de casi 30 años que jugaba en un equipo griego de segunda fila, el Panionios. Decepción total inicial, como si se fichase a un jugador del Burgos. La prensa no atina ni con el nombre. Padic le llegan a llamar. "Pero ese quién es?", se indignaba un compañero colchonero de la mili. Nos reíamos y pensábamos, este año otra vez al pozo. 
El caso es que al final se presenta un tal Pantic, Milinko, para ser preciso. "Me suena a Tilico", me decía un amigo madridista para descojonarse. Otro amigo vikingo me llegó a decir en aquel verano del 95, "no vas a ver al Atleti ganar la liga en tu vida". Coño, acertaron los dos, ja ja ja ja ja. 
El caso es que empieza la pretemporada, el Atleti bien, el tal Pantic mete algún gol de falta y sin grandes aspiraciones y sin participar en Europa por la mala temporada anterior, comienza la liga. Primer partido, si no recuerdo mal, Real Sociedad en casa, que además se adelanta en el marcador. Antic debía tener en el banquillo una consola de videojuegos, de las que aún no se habían inventado, y la debió de poner en marcha. Ante los ojos de todos, el Atleti gana a la Real de forma clara, y  empieza a ganar partidos. Y jugando como nunca, con goles de todos, Penev, Kiko, Caminero, Simeone... Hay un gol, creo que en  Santander, con un taconazo de Kiko al Cholo que no tiene nada que envidiar al famoso de Guti, pero como es del Atleti. 
Pantic les mete goles de falta directa a casi todos, y cuando no, pases de gol desde el córner u otras faltas indirectas. El equipo titular nos le sabemos todos: Molina, Geli, Santi, Solozábal, Toni, Simeone, Vizcaíno, Caminero, Pantic, Kiko y Penev.
El caso es que el Atleti de Antic se convierte en invencible. Dentro y fuera de casa. Al Barcelona en la primera vuelta, le pega un baño de juego en el Calderón histórico que borra para siempre lo que quedaba de dream team. El único pero, el Madrid. Nos gana los dos partidos, de chorra, pero en fin, no pasa nada. Somos líderes claros y en copa empezamos a pasar eliminatorias. Una de ellas contra el Valencia... de Luis Aragonés, que logra como siempre hacer un equipo che muy fuerte. La eliminatoria se resuelve con un 3-5 en el Luis Casanova, inolvidable. 
Llega la parte final de la temporada. Primero la final de copa. Qué decir, victoria con el gol de Pantic, pero no de falta, sino de cabeza, tras pase de Geli. Se desata la euforia. Pero a los atléticos ya no les bastaba con la Copa. Habíamos visto en los años anteriores las victorias en el Bernabeu contra Bilbao, Mallorca y Real Madrid, pero de la anterior liga, los que entonces éramos jóvenes, apenas nos acordábamos. Era de 1977 con Luis de entrenador y jugadores como Pereira o Leivinha. Queríamos la liga. 
Se va manteniendo la regularidad, aunque con más dificultades, con mayor presión de Barcelona y Valencia. Hasta que llega al Nou Camp. Acongojados. Si perdemos, la añorada liga se puede ir. Con buen juego y corazón, ganamos. Los mecánicos de Barcelona todavía están poniendo tuercas en la cintura de Nadal, el tío de Rafa Nadal, tras el regate de Caminero. Aquella noche, algunos locos de la madrugada, ya vamos a Neptuno. Pero solo unos pocos, a los que los coches que pasan por el Paseo del Prado nos pitan.
Nos vemos campeones. Pero como esto es el Atleti, no hay triunfo sin sufrimiento. El equipo empieza a flojear y le cuesta marcar goles, arrastrado por el mal final de temporada de Penev, cada vez más sustituido por Biagini. El Valencia nos gana en el Manzanares, y ya no sabemos donde mirar. Pese a todo, el Atleti de Antic sigue líder. Hay una victoria agónica en casa contra el Salamanca, que engordó los sueldos de los cardiólogos del paseo de Pontones y de la calle Toledo.
Penúltima jornada en Tenerife, entonces un gallito, que además se adelanta. Tienen incluso el 2-0 en las botas de Aguilera, sí, nuestro Aguilera, que se había ido a las islas a jugar dos o tres años antes de volver. Creo que le debió dar pena y la tiró fuera. El caso es que en los últimos instantes, entre Simeone y Biagini logran un guarrigol para empatar, que permite al Atleti llegar a la última jornada con  todo a favor. Tiene que perder y el Valencia ganar para que se escape el título. El empate vale para el alirón. 
El milagro de Antic está cerca. Viene el Albacete, que está tratando de evitar el descenso. Toda la semana esperando a que llegue el partido. Casi en verano, con calor en Madrid, el portero del Albacete juega con pantalón largo. Por una vez, el Atleti se aleja de su historia y resuelve en la primera parte. Mal día para los cardiólogos, con los goles de Simeone y Kiko. Segunda parte, de celebración.
DOBLETE, lo nunca visto.
Este año sí, rezaba la pancarta que pasean los jugadores por el césped. Y se cumplió, gracias al espectáculo que se inventó Radomir Antic, que ayer nos dejó pero al que nunca olvidaremos.
Hubo otras temporadas con Radomir después, pero como se dice en la literatura, forman parte de otras historias. 

Ps: si veis algún error, me lo decís. He tirado de memoria, y no es tan precisa como Google, sobre todo en la noche. 
Creo, si no la tiene ya, que Antic se merece una placa en el Metropolitano y que en el próximo partido, que desgraciadamente no se sabe cuando será por la época tan terrible que vivimos, se cante el "Radomir, te quiero", junto con un homenaje a los difuntos.