He leído en la prensa de hoy que un equipo de científicos,
bajo el paraguas del Instituto Tecnológico de Georgia en EE UU, está
desarrollando el que va a ser reloj más preciso del mundo. De hecho, puede
llegar a ser cien veces más exacto que los relojes más modernos creados hasta
ahora. Su margen de imprecisión será de una décima de segundo por cada 14.000
millones de años. Al parecer, este ingenio se utilizará en diversas vías de
comunicación confidenciales y para el análisis de las teorías de la física.
De todas maneras, al volver la mirada hacia el pasado,
recuerdo que en la literatura ha habido siempre algunos paradigmas que se han
repetido a través de los tiempos: el amor, la muerte, el paso del tiempo… En
este punto, me atrevo a decir que el mejor reloj que quizá alguna vez se
invente será aquel que logre que el tiempo vaya hacia atrás o, al menos, que se
detenga. Aunque sólo sea para respirar un instante y mirar con tranquilidad a
nuestro alrededor. No obstante, admito que esta invención no está a nuestro
alcance.
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