jueves, 27 de agosto de 2009

El Muro de Berlín, en peligro de extinción

He leído que Usain Bolt, el velocista más rápido de todos los tiempos (hasta ahora), le han regalado un trozo del Muro de Berlín. Precisamente, la ciudad que ha acogido a los recientes campeonatos del mundo de atletismo.

Pero Bolt no es el único. A mi también me regalaron un trozo del Muro de Berlín. Fue en un viaje organizado a la capital germana la pasada primavera organizado por una gran compañía. Yo también tengo mi pedacito de historia. Aunque, vistas las fotos que le han hecho a Bolt, mi trozo del Muro es un poco más pequeño. Es más modesto.

De todas maneras, me surgen dudas. Mi trozo del Muro es más pequeño que el de Bolt (sólo el trozo de Muro), pero en mi viaje a Berlín debieron de regalar al menos 200 o 300 trozos del Muro. Si esta empresa que recurrió a este presente no es la única a la que se le ha ocurrido regalar trozos del citado Muro, es que ya hay muchos trozos del Muro por todo el mundo. Y eso por no hablar de los pedazos que compran los turistas en las tiendas de souvenirs.

Está claro, el Muro de Berlín está en peligro de extinción. Yo he estado dos veces en la ciudad y he podido ver que cada vez hay menos Muro en pié. Estoy seguro que a los berlineses no les gustaría que hubiera un nuevo Muro, pero el gran peligro es para la industria local de regalos y souvenirs. No obstante, pensándolo bien, generar nuevos trozos de Muro no debe ser un gran problema. Los afectados se pueden dirigir a una escombrera, recoger unos trozos de piedra, pintarlos un poquito y recuperar los souvenirs para los escaparates y estanterías de las tiendas. Y así habrá Muro para Bolt, sus hijos, sus nietos...

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