Padres de bebés contra petarderos y petardistas

Desde esta humilde tribuna quiero promover una gran alianza. Pretendo impulsar una amplia coalición con todos los papás de bebés contra los bandarras que se dedican a tirar petardos por las calles. Unos individuos que se hacen fuertes y poderosos en estos días de Navidad.

Tenía casi dormido esta tarde a mi bebé, tumbado plácidamente en su cunita, cuando, de pronto, un gran petardo ha retumbado en los cristales de la ventana. No es el primero que suena con esa virulencia. Desde cualquier rincón de mi casa y casi a cada momento, se escuchan detonaciones de petardos, unas veces más cerca, otras veces más lejos, pero se oyen. Estoy seguro de que no soy el único. Todos los que vivimos en grandes ciudades estamos expuestos a esta amenaza. Un peligro que se hace todavía mayor cuando caminamos por la calle y a nuestras espaldas tenemos que escuchar estas explosiones.

Creo, sinceramente, que los petarderos son auténticos especialistas. No son unos simples aficionados. La mayoría sabe muy bien cómo colocar los petardos para que retumben de la mayor forma posible; bien metidos en estructuras metálicas, bien arropados junto a las fachadas de las casas para que la onda expansiva sea lo más vibrante posible. 

Ahora mi gran temor es Nochevieja, el auténtico paraíso de los petardos, los cohetes y las bengalas. He buscado en internet algún artilugio que permita salvaguardar a mi bebé de estos estruendosos y escandalizadores ruidos, pero no he encontrado nada.

Padres de bebés de todo el mundo, uníos a mí en este proyecto. Acudiremos a la Audiencia Nacional, o a la Corte de Estrasburgo o al Tribunal Internacional de La Haya. ¡Petardos, no!