lunes, 31 de octubre de 2011

El timo de llevarse a casa el balón tras lograr un hat-trick

Esta semana, Leo Messi, el gran futbolista argentino, logró su enésimo hat-trick, es decir, conseguir tres goles en un mismo partido. Y como es costumbre, se llevó el balón a su casa, tras concluir el encuentro, en este caso contra el Real Mallorca. Sus compañeros en el Barça bromeaban con que Messi ya no va a tener sitio en su casa para guardar tantos balones.

De todas maneras, curiosa costumbre. En otros tiempos, cuando se jugaba con un solo balón, sí tenía sentido llevarse la pelota a casa cuando se lograba meter tres goles. Pero ahora, no lo veo yo muy claro si se tiene en cuenta que en cada partido se usan entre diez y veinte balones. No hay más que fijarse un poco. Cuando el balón sale fuera del terreno de juego, y para que no se pierda tiempo, los recogepelotas (habitualmente niños) le dan al jugador, habitualmente, un balón distinto, al que había salido fuera del campo. Son los recogepelotas los que deciden con qué balón se juega; tienen, incluso, en esa materia, más autoridad que los árbitros.

Con esa frecuencia de cambio de balón, ¿cómo sabe Messi o cualquier otro futbolista si la pelota que se están llevando a casa al terminar el partido es la misma que ha servido para lograr esos tres goles? A lo mejor, con ese balón, específicamente, no se ha logrado ninguno.

Sin duda alguna, Messi debería de llevarse la decena o veintena de balones utilizados para estar seguro de que con alguno de ellos ha conseguido el gol. Claro que, visto lo visto, seguro que le daría igual pasarse por el Carrefour, El Corte Inglés o el Decathlon y comprarse un balón idéntico al utilizado en el partido del hat-trick.

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