viernes, 13 de febrero de 2009

Una de camarones

Camarón es muy majo, muy majete. Cuando gira su cabeza y te mira, te llegas a preguntar, ¿me estará viendo? Puede que sí, puede que no, como dice el chotis, aunque los libros sobre su especie aseguran que son casi unos cegatos. Pero aunque no vea, me cae bien.

Sí, Camarón es un hamster que vive en su jaula. Y se llama Camarón. Al principio estuvo a punto de llamarse Kun Agüero pero pensé, y si el futbolista se va al Madrid o el Barça, como se va a quedar con ese nombre, me caería mal. Otro día le rebauticé como Jack Sparrow. Está claro que película acababa de ver. Pero definitivamente, es Camarón.

Nuestro protagonista esquivó la crisis inmobiliaria. Al principio tuvo una jaula de suelo y barrotes rojos. Pero se le quedó pequeña. No podía ni subirse a la rueda y eso es algo peligroso para los hamsters porque corren el riesgo de volverse obesos. A las pocas semanas fuimos a Jardiland y, sin necesidad de tener que avalar la hipoteca ante el banco, nos vinimos con un auténtico bungalow para Camarón. Con dos casitas dentro. Una gris horrorosa y una con forma de champiñón llamada The House of the Mouse. Debo decir que Camarón tiene poco gusto, duerme en la casa gris. Claro que, es más grande y allí duerme mejor y se puede meter con la comida y así desayunar en la cama, como los muy ricos. Aunque no es tan exigente, no quiere ni zumo de naranja, ni tostada ni churros. Le vale con sus piensos, sus pipas y sus kikos.

No es mi primer hamster. Antes que él estuvieron Bernabé, que era de color marrón clarito y tenía una mancha blanca en el lomo; Willy, que hacía mucho ruido y daba chillidos; Rambo, un poco insulso; Judas, casi una irreverencia pero que causó furor en el colegio; el pollo, que era catalán de Las Ramblas. Si tenían algo en común es que eran dóciles y se dejaban coger, podías acariciarlos. Con camarón no hay manera. Para sorprenderle y atraparle hay que ir por la espalda, a traición, y le coges. Pero rápidamente se desenvuelve y trata de escapar Si le dejas encima de tus manos, empieza a husmear. Hay dos opciones, si tienes los dedos pegados, te huele y a lo mejor te libras, pero como lo tengas separados, raaasss, menudos viajes que arrea. Por menos de nada, sus graciosos dientecillos se clavan en sus manos y ¡aaaayy!
A mi me da que este hamster vino de la tienda toreado de otras plazas, y se sabe los trucos del engaño. Pero, aún así, es un animalito muy simpático. Sí, Camarón es majete.

1 comentario: