domingo, 26 de junio de 2011

Peluches sucios y abandonados... ellos nunca lo harían

La llegada de un bebé a casa supone que, al mismo tiempo, aumenta la fauna en el hogar. Nosotros no hemos sido una excepción. Ahora tenemos un oso panda, un oso pardo, uno oso naranja, un oso azul, un oso verde, un burrito, un monito, dos o tres perritos, un tiburón blanco, un conejito, una gallinita y hasta un hincha del Atlético de Madrid. Todos en forma de peluche, claro está.

Y no se puede decir que los peluches sean unos simples juguetes. Diría que tienen vida, al menos su propia vida. Ayer, sin ir más lejos, al recoger buena parte de esta fauna, se me cayó al suelo uno de los ositos, el verde para ser más exactos. El pobre animalito se quedó tumbado en el suelo con los pies hacia arriba, más o menos como cuando las personas resbalamos y caemos, damos con el culo en el suelo y hasta nos vemos los pies. En un momento determinado pensé, "ahora lo recojo", pero al ver la cara del osito, sonriente como siempre, no me pude esperar y automáticamente le recogí y le puse en su sitio, junto a sus compañeros. Y seguía con su sonrisa, como si estuviera agradecido de no haberle dejado tirado.

Recuerdo la película ET el Extraterrestre y el papel estelar que tienen los peluches para facilitar el escondite y al mismo tiempo dar un hogar, al simpático alienígena. Fuera de la pantalla era uno de ellos. 

Quizá sea sólo una manera de verlo pero, en este sentido, siempre tiene su emoción ir a una tienda de juguetes para comprar un peluche destinado a regalo para un nene o nena. Me encantan las tiendas en las que los peluches están bien limpios y relucientes. Y bien peinados si es que son peludos. La mayoría de las veces es difícil decidirse.

Un caso contrario es cuando los peluches están en una tienda que los tiene mal recogidos en unas estanterías y sucios y despeinados. El otro día fui a un centro comercial para buscar un peluche y, qué pena me dieron. Un Homer Simpson con los morros sucios, un Caillou calvo con la camisa manchada, un Noddy sin su gorrito, unas Tres Mellizas que sólo eran dos, un Buzz Lightyear chafado, en fin, casi semi-abandonados... y ellos nunca lo harían.

Nosotros nunca los abandonaremos. Los llevaremos siempre bien aseados y peinados, no sea que al apagar la luz y cerrar la puerta recobren vida como sus amigos de Toy Story. Así no nos pondrán a parir.

3 comentarios:

  1. Si está claro que siempre has tenido tu corazoncito.
    En mi casa se reproducen de tal manera que están llegando a la calificación de plaga... pero son tan bonitos...
    Cada vez que visito una tienda de esas que tú dices , me los traería a todos... pero hay cosas que no pueden ser...

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  2. ¡Qué bonito! Esto no me lo hubiera esperado hace años.

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  3. Me ha gustado muchísimo el artículo, también la referencia a la película E.T. Pienso como tú que quien mata, tira o abandona a un peluche no tiene alma. Además, los peluches infantiles hay que conservarlos o buscarles nueva casa y dueño.
    Abrazos

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