Hace pocos días, emitieron en televisión la película Volcano. En el largometraje, protagonizado por Tommy Lee Jones y Anne Heche, un volcán irrumpe en el centro de la ciudad estadounidense de Los Ángeles. La ciudad quedó hecha una pena.
No quiero ni pensar cuál podría haber sido el impacto del desastre del volcán en el PIB de Los Ángeles, de California y de los propios EE UU. Seguro que los analistas habrían hecho múltiples cálculos sobre la influencia del nuevo volcán en la economía estadounidense que, además, hubiera tardado muhos años en volver a crecer. Los preciados bonos del Tesoro USA se habrían hundido, su prima con respecto al bono español se habría disparado.
En esta línea, ayer emitieron en la tele la película Waterworld, protagonizada por el gran Kevin Costner. En la película, el hielo del polo norte y el polo sur se ha derretido y las aguas de los océanos cubren toda la tierra. En este escenario, y aunque no se dan pistas, parece que el PIB global se ha dado un estacazo descomunal. No han quedado ni analistas para hacer cálculos estimativos sobre la evolución de la economía mundial.
Todas las industrias y sectores han quedado arrasados en Waterworld. Aunque, hay alguna excepción. La industria de las motos acuáticas ha sobrevivido. Es más, vistas la gran cantidad de motos de agua que aparecen en la película de Kevin Costner, diría que alguna fábrica ha sobrevivido y además ha ampliado la producción.
En definitiva, el cine de catástrofes no tiene piedad de la economía mundial. Y en estos tiempos, todos tenemos que cuidar de ella.
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