martes, 1 de diciembre de 2009

Finlandia, del progreso al caos por culpa de las maletas

Finlandia es un país con una gran implantación tecnológica. Las cifras así lo avalan. En este contexto, me planteaba esta mañana una disyuntiva en relación a mi viaje a este país nórdico. "¿Facturo la maleta para ir más cómodo en el avión, o la llevo en la cabina a pesar de tener que pasar todo el coñazo del paso por los controles de seguridad (saca ordenador, quítate el cinturón, cuidado con las botas...)?

Al final tomé la decisión de facturar. "Voy a Helsinki, no al Congo holandés", me dije plenamente convencido.

El viaje fue bien. A mi llegada al aeropuerto de Helsinki, todo funcionaba con tranquilidad hasta que llegué a los cinturones de recogida de equipaje. En ese recinto, cerca de cien personas procedentes de Madrid, Barcelona y Frankfurt, estaban esperando sus maletas. Allí no se movía nada.

Pero, lo que era peor. Junto al cinturón en cuestión, y rodeada de unas cintas de plástico (como esas que usa la policía para evitar el paso en lugares donde se ha producido un delito), había una zona habilitada en la que varios centenares de maletas apelotonadas eperaban sin que pareciese que fueran de nadie. Y no sólo maletas. Algunas cajas, grandes bolsas, esquíes empaquetados...

Me eché a temblar. "Aquí hay una huelga", pensé, mientras el pesimismo me envolvía. Pasaban los minutos y nada de nada. Y yo pensaba. "¿Qué pasa si no llega mi maleta?, ¿que hago?, si voy a estar sólo tres días y con este caos, ¿a dónde les digo que me la envíen? ¿Al hotel? ¿de vuelta a Madrid? ¿Y qué me pongo estos días? No tengo más camisetas o jerseys, y con el frío que hace", estos eran mis pensamientos. Sin duda, muy optimistas. Tampoco tenía pijama, aunque en este caso encontré la solución; "Pues dormiré con el albornoz de la habitación del hotel".

La gente se impacientaba más y más, hasta que se abrieron las puertas. La ilusión renacía hasta que uno de los empleados precisó, "son las maletas procedentes del avión de Frankfurt". Mi gozo en un p... pozo. Había empezado a resignarme y a pensar cómo iba a poner la reclamación, cuando otra vez se abrieron las puertas y empezaron a salir las maletas del avión de Madrid. ¡Biennnn!, la mía salió de las primeras. Qué euforia, qué alboroto, que felicidad, iba a poder dormir en pijama.

Y lo que es mejor. Mi adorada y avanzada Finlandia, que durante casi una hora se habría arrastrado ante mí por el caos de las maletas, volvía a ser tecnológica y moderna. ¡Viva el progreso!

1 comentario:

  1. Cómo sabes crear emoción, Santi!!

    No te destapes por las noches que hace fresco...

    Javi Noriega

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