El paraíso de las tortugas

Esta tarde he estado en el paraíso de las tortugas. Su oasis, su auténtico edén, su santuario, en definitiva, su hogar. He estado en los estanques que hay en la antigua estación de Atocha de Madrid, que se han convertido en la delegación madrileña de la fauna “tortuguil”.

No exagero, muchos lo habréis visto. Hay decenas y decenas de tortugas en esos estanques. De todos los tamaños y colores. Unas nadan, otras flotan, algunas están sentadas tranquilamente en las piedras que hay en el estanque, las hay que se suben a las partes bajas de las plantas y árboles que hay en torno a este reciento. Reconozco que no he visto a ninguna leyendo el periódico o viendo la televisión.

Y he pensado, ¿dónde pueden estar mejor estas tortugas que aquí? Comen de todo: patatas fritas, panchitos, gusanitos, trocitos de pan. Los niños y sus padres son muy generosos con las tortugas. Sólo falta que les echen trozos de pizza, porque a las tortugas les gustan las pizzas y si no que se lo digan a las Tortugas Ninja: Donatello, Raphael, Michelangelo y Leonardo. Porque no se han enterado de lo bien que podían vivir en la estación de Atocha de Madrid, si no se vendrían con toda seguridad.

Pero, ¿cómo han llegado hasta allí las tortugas? ¿Buceando por las alcantarillas? ¿Caminando por la calle? ¿Habrán venido en un tren de cercanías? ¿o en el Ave de Barcelona o de Sevilla? Me temo que no. Me da la sensación de que sus dueños han pensado que las tortugas van a vivir mejor en el estanque que en sus respectivas casas. Estando todas juntas, seguro que se lo pasan de p... quiero decir que se lo van a pasar fenomenalmente.