El mundo del vino vive una pugna global por ser el mejor. Vinos españoles, franceses, sudafricanos, italianos, chilenos, australianos, portugueses... Dentro de España, cada vez hay más competencia entre los vinos de Rioja, la Rivera del Duero, Somontano, Cariñena, Toro, Valdepeñas, Jerez... todos luchan por fortalecer sus denominaciones de origen.
Pero en el agua sucede algo similar. Esta tarde, paseando por el Carrefour he podido fijarme en la gran cantidad de tipos de agua que hay. Lanjarón, Bezoya con su mala rima, Font Vella (acompañado de sus aguas de sabores), Evian, Solares, Solán de Cabras, AquaBona, Liviana, Regas, Veri (el agua del Pirineo), la propia marca blanca de Carrefour... También están las aguas con gas de Vichy, San Pellegrino y Perrier, entre otras.
Parece que la pugna entre las denominaciones de origen del agua va a ser cada vez mayor. Seguro que si esto sigue así, aunque el agua no tiene ni color, ni olor ni sabor, cada vez va a haber más catadores de agua.
Como dije hace varios días, un vaso de agua es siempre refrescante.
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