Ayer por la noche estuve en el cumpleaños de un amigo. Muy
bien. La celebración fue en un local en el centro de Madrid en el que había
unas camareras muy amables y educadas. Una de ellas me cayó especialmente
bien. Y es que, tras pedir una consumición junto con otro amigo, nos preguntó, “¿Queréis
algo más chicos?”.
Además de dejar claro que, en el curso de relaciones
públicas no se perdió la clase dedicada a la amabilidad, me dejó muy satisfecho
el hecho de que nos definiera como “chicos”.
Y lo digo porque, en estos tiempos, muy a menudo, cuando se
refieren a mí, el trato es distinto a mí. Sin ir más lejos, la pasada semana,
iba a entrar por una puerta en un establecimiento comercial, pero una niña me
impedía el paso porque estaba jugando. En ese momento, la madre dijo a la nena “deja
pasar al señor”.
Está claro que me siento mucho mejor con lo de chico que con lo de señor. Sin duda, la camarera del local de anoche me vio joven, si no tanto como ella,
sí en un rango de edad no muy lejano al suyo. Y eso que, en estos últimos días
llevo una barba que deja ver bastantes canas. Menos mal que por la noche no se
nota demasiado. En cualquier caso, voy a afeitarme y así recuperará en su
totalidad, los caracteres jóvenes de mi rostro, para que las camareras me sigan
diciendo “¿Queréis algo más chicos?”.
Santi...¡Si pereces un chaval!!!!
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