Ha llegado a mis manos el videojuego Sniper Elite. Por lo que he leído, trata la historia del soldado y agente estadounidense Karl Fairburne, que se infiltra en las líneas alemanas durante la batalla final de Berlín para intentar hacerse con el control de los secretos nucleares germanos antes que el ejército soviético. En cualquier caso, debe de haber muchos tiros porque la carátula muestra a un francotirador apuntando con su fusil con mira telescópica.
Pero lo que me ha encantado ha sido una de las descripciones que vienen en la carátula del videojuego: "verás órganos del cuerpo que explotan y se desgarran, huesos y dientes que se rompen. Lo veras cuando las balas atraviesen a tu enemigo". No he jugado pero he visto las imágenes de muestra y es cierto que, cuando se dispara y se acierta en el blanco de un soldado alemán se ve perfectamente como la bala entra en su cuerpo, qué órganos afecta y cómo se rompen los huesos. Todo envuelto con unas buenas salpicaduras de sangre. Muy agradable.
Después de ver las imágenes, creo películas como Rambo, con el gran Silvester Stallone, o Depredator, con Arnold Schwarzenegger, comparadas con este Sniper Elite, serían como Alicia en el País de las Maravillas, y las viejas películas de la Segunda Guerra Mundial como El día más largo o La batalla de Inglaterra, serían como un capítulo de los Teletubbies.
A lo mejor es que me he quedado anticuado en el mundo de los videojuegos. Me pondré al día cuando mi nene esté en edad, claro que no quiero ni pensar cómo será entonces el realismo de los juegos, quizá tenga que cambiar la alfombra del salón por la salpicadura de la sangre de los muertos. Y en los juegos de fútbol correré el riesgo de llevarme un balonazo en el sillón de casa.
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