lunes, 17 de agosto de 2020

El fin del mundo vuelve a Finisterre

Durante este domingo, la lluvia y la niebla han escondido casi completamente el faro de Finisterre, Fisterra en la lengua de Rosalía de Castro. No se veía nada. Solo, de fondo, se podía escuchar a lo lejos el ruido de las olas, tras la espesa blancura de las nubes bajas. Un sonido que permitía saber que Finisterre no volvía a ser el fin del mundo, como establecieron los romanos. 

He leído que a los romanos, de las cosas que más les impresionaron y asustaron cuando llegaron a este confín del mundo, fueron las puestas de sol, o más bien, cómo el mar se tragaba al sol, incluidas sus últimas llamaradas. 

Este domingo, la niebla se había tragado al sol y a las cumbres de los montes y acantilados de la Costa de la Muerte. 



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