domingo, 27 de marzo de 2011

La rana bailonga y el niño que posa ante la cámara

Hay una vieja historia de dibujos animados de la Warner Brothers que siempre me pareción divertidísima. Trataba de un hombre que un día se encontraba con una rana, pero el batracio tenía la peculiaridad de que era un auténtico artista: bailaba y cantaba con un estilo digno de Broadway y Hollywood.

El hombre vio la luz. Cogió la rana y se fue a un promotor de espectáculos pensando que la rana le iba a convertir en una persona rica. Resulta que al abrir la caja donde iba la rana, esta aparecía con el rostro clásico de este tipo de anfibios y se limitaba a hacer su clásico "cro, cro, cro". Francamente, croaba muy bien pero de cantar y bailar, nada de nada. Claro, al hombre le echaban.

Pero, al salir a la calle de nuevo, otra vez la rana empezaba a cantar y bailar. El hombre volvía a intentarlo. Iba a otro promotor y, otra vez, la rana se limitaba a croar. Y así sucesivamente. La rana sólo actuaba ante el hombre, que incluso acababa siendo tratado de loco e ingresado en un manicomio. Al final de la historia, el protagonista acaba pobre de remate viviendo debajo de un puente pero, eso sí, con la inestimable compañía de la rana, que no dejaba de bailar y cantar.

Esta semana, estaba tratando de grabar un vídeo a Nico mientras jugaba con los muñequitos que tiene colgados en su sillita. Resulta que cuando iba a empezar a grabar, el nene dejaba los muñequitos y empezaba a mirar fijamente a la cámara (en este caso del teléfono móvil). Sí, posando. No fue fácil porque, al final, para grabarle, tuve que irme de la habitación, volver por detrás de él y esperar a que empezara a jugar para grabar. Lo logré durante un rato hasta que, al final, se volvió a percatar de que estaba mirándole. Y se detuvo en su juego y empezó a mirarme.




Precisión de Nicolás: ¡Qué fuerte! Va mi padre y me compara con una rana. Ya le vale.

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