He estado esta mañana en El Corte Inglés de San Chinarro, al norte de Madrid. Y su nuevo espectáculo para la próxima campaña de Navidad ya está casi preparado a falta de más de dos meses para que llegue Nochebuena. Aunque, en estos tiempos de crisis, los reclamos para atraer a los clientes se mantienen muchos meses. De hecho, y si no recuerdo mal, el anterior espectáculo de Cortylandia que se colocó en este mismo centro comercial estuvo abierto muchos meses después de que los Reyes Magos volviesen a sus lejanos países.
Si el año pasado El Corte Inglés optó por crear en su Cortylandia un auténtico jardín con insectos gigantes por el que circulaba un trenecito para niños (acompañados por sus sufridos padres, especialmente los oscuros y fríos días de invierno), este año, este centro comercial ha llevado el citado tren a algunos de los monumentos más famosos del mundo: la torre de Pisa, la Torre Eiffel, el Big Ben, la Estatua de la Libertad, la puerta de Brandenburgo, la sirenita de Copenhague, las pirámides de Egipto y, por supuesto, la Puerta de Alcalá y la Cibeles; para eso estamos en Madrid, sólo faltaba.
Y el Oso y el Madroño, se me olvidaba. Parece que mentira que en Madrid haya habido osos en algún momento, quien lo diría.
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