domingo, 13 de junio de 2010

Las vuvuzelas de Sudáfrica son inaguantables

El Mundial de fútbol de Sudáfrica ya ha copado la actualidad. Menos mal, por una vez se agradece el ver partidos hasta la saciedad y no hablar sólo de crisis. Dentro de este gran evento, ha llamado la atención el repetido uso por parte de los espectadores que acuden a los estadios del país africano de las vuvuzelas, unas trompetas largas que hacen un ruido parecido al que hacen los elefantes.

No las voy a descubrir porque seguro que muchos de vosotros ya las habéis oído a través de la televisión. El caso es que el uso de las vuvuzelas ha empezado a provocar algunas polémicas, tantas que ya hay quien pedido que se prohíba su uso por su ruido. La Fifa, al parecer y según he leído en la prensa deportiva, se ha negado a prohibir el uso señalando que será un sonido que representativo del Mundial de Sudáfrica.

En mi opinión, y con todo respeto, el uso exagerado de estas vuvuzelas es un auténtico coñazo. Y tengo razones para respaldar este punto de vista. Acudo habitualmente al estadio Vicente Calderón y me siento regularmente en el fondo norte, cerca de las localidades que ocupan los aficionados de los equipos visitantes. De verdad, que pesadez es tener cerca a los típicos aficionados que vienen de fuera con un bombo y se pasan la mitad del partido sacudiendo este melódico instrumento musical. Pum pum pum pum pum... los primeros instantes hacen gracia pero a partir del minuto cinco el ruido empieza a sacudir la cabeza. Tengo que admitir que nunca me he sentado cerca de Manolo el del Bombo.

Y como no es una cuestión contra los aficionados del equipo contrario, en la misma línea, puedo recordar la pesadez que es tener que aguantar a uno de esos niños atléticos que, acompañados por su padre, acuden al estadio con una vuvuzela castiza y se pasa todo el partido tocándola. Como por casualidad se siente cerca el niño te da el partido. O aquellos aficionados que acuden con esas repelentes bocinas, ¡que pesados!

También son bastante inaguantables esos hinchas que tienen la costumbre de silbar a todo lo que se mueve. Tengo un buen amigo, aficionado del glorioso Atlético de Madrid, que es un auténtico suplicio ir con él al campo, menuda pesadilla. "Pi, pi, pi, pi, pi", no para el tío y con unos silbidos tremendamente desagradables; espero que la próxima vez que venga, lo haga con una vuvuzela.

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