Wikileaks ha puesto de manifiesto los secretos más secretos de la política exterior estadounidense. Ahora sabemos lo que en Washington se piensa de Rusia, Francia, Italia, Irán, China, Venezuela…
A mí me gustaría saber qué habría pasado si Wikileaks hubiera existido a final del siglo XIX, cuando Europa, entonces el corazón del mundo, vivía bajo los hechizos y telarañas que tejía Otto Von Bismarck, el gran canciller prusiano, considerado uno de los impulsores de la reunificación de Alemania.
Y es que Bismarck logró casi un imposible. En pocas palabras, por un lado, el canciller diseñó y pertrechó una triple alianza con el imperio Austro-húngaro y con Italia. El objetivo era aislar a Francia, su gran rival en Europa Occidental y país con el que había mantenido una guerra en 1870.
Pero, por otro lado, y aquí es donde Wikileaks habría tenido mucho que decir, Bismarck firmó una alianza secreta con Rusia para aislar aún más a Francia. Y tenía que ser secreta porque Austria-Hungría, que era su aliada, estaba enfrentada con Rusia por el dominio de la incendiaria región de los Balcanes.
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