Al final no me tocó ayer la lotería de Navidad. Un año más habrá que esperar. Como entretenimiento para pasar el año siempre estarán las quinielas, la primitiva, la bonoloto, los euromillones… para que no digan que no hay alternativas en España, y eso que no cuento las emergentes apuestas deportivas en internet.
De todas maneras, casi mejor que no me haya tocado la lotería este año. En estos tiempos que corren, tan marcados por la crisis económica y financiera, es preferible no tener dinero porque no parece haber sitios seguros para guardarlo. Para empezar porque es mucho dinero como para meterlo debajo del colchón, dentró de una almohada o debajo de un ladrillo. Claramente, habría que recurrir a una entidad financiera. Pero, ¿qué sucedería si ganas la lotería, guardas el dinero en un banco o caja de ahorros y esa entidad quiebra posteriormente? Sería terrible, para tirarse de todos los pelos.
Y lo mismo si inviertes el dinero ganado en la lotería en acciones de una empresa o en bonos del tesoro. Sólo faltaba ganar dinero en la lotería española, comprar deuda del Estado, y que España hiciese default, como en la época del rey Felipe II.
También hubiera estado la opción de comprar deuda alemana, que ahora parece más segura. Pero, qué infiel y poco patriótico, ganar dinero con la lotería española e invertirlo en bonos germanos, es decir, darle la pasta a Ángela Merkel. Imperdonable en estos tiempos. Toda una fuente de remordimientos.
En estas circunstancias, prefiero quedarme como estoy. La lotería de Navidad me sigue premiando con salud y TRABAJO. No hay nada mejor, y sin peligro de default. Aunque, a ver si hay suerte, cambia la tendencia dentro de 365 días y me toca la lotería el próximo año.
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