domingo, 8 de enero de 2012

Ingenieros y licenciados en la apertura de juguetes

Trascurridos dos días desde la celebración del día de Reyes Magos, generosos donde los haya, he llegado a una conclusión muy clara: “hay que ser ingeniero para abrir la mayoría de las cajas de los juguetes así como para poder desembalarlos y ponerlos a disposición de nenes y nenas”.

No soy yo el único que lo piensa. Algunos de mis amigos de Facebook han advertido de las dificultades del desembalaje de juguetes. “Para el año que viene, que sean más fáciles de abrir o que vengan con libro de instrucciones”, les he leído en sus publicaciones en la popular red social.

Yo tuve mis dificultades en la apertura de un tambor electrónico destinado a enseñar los números, las letras y algunas melodías. Alambres plegados en nudos imposibles, cierres metálicos que amarraban el juguete al cartón, tornillos que necesitaban de un destornillador. No eran las primeras porque, en el Papá-Noel de Nochevieja nos vino un camión de bomberos que fue más difícil de sacar de su caja que un coche nuevo de un concesionario.

De cara a un futuro próximo, tengo (realmente es de mi nene) un “arca de Noé-órgano electrónico” metido en su caja que no me he atrevido a abrir. Los animalitos me miran con cara de pena y me dicen “sácanos”, pero aún debo acumular un poco más de valentía  para afrontar ese desafío.

Es cierto que todos estos artilugios que dificultan la apertura de la caja de un juguete tienen como objetivo final ampliar la seguridad para los niños, lo admito y lo reconozco. Mejor que sea así. Pero, menos mal que Reyes Magos es sólo una vez al año, si no, me temo que la Politécnica o la Universidad Nacional de Educación a Distancia tendrían que crear una carrera nueva especializada en la apertura de juguetes.

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