Hay días en la vida que son importantes. De gran relevancia. Marcan un cambio de ciclo total. Indican que los tiempos están cambiando, como diría Bob Dylan. Mi nene, con sus 13 meses de vida, ha encendido la televisión por primera vez. Estoy sobrecogido.
Ha cogido el mando a distancia, que estaba encima de una mesa, ha pulsado el botón de encendido y el televisor ha mostrado sus secretos en forma de imágenes de colores. Para más precisión, ha aparecido el canal Divinity con la bella Kate Hudson. Desconozco si ha sido voluntariamente porque estaba distraído con otras ocupaciones o sin querer, aunque si no es así, pronto lo hará con total capacidad de decisión.
Este movimiento indica que mi dominio sobre el mando a distancia de la televisión, quizá el bien más preciado de un hogar, ya está empezando a tocar a su fin. Mi discrecionalidad para cambiar de canal cuando quiera tiene cuatro días de vida, como quien dice. En poco tiempo será el nene quien exija qué canal hay que ver. Tendré que ceder y lo malo será cuando colisionen sus intereses televisivos con los míos. ¿Quién ganará? Veo difícil imponerme en semejante competición.
No descubro nada nuevo si recuerdo lo que dicen algunos expertos en televisión: los dueños del mando a distancia son los niños. Ja ja ja ja, estoy totalmente seguro.
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