miércoles, 11 de enero de 2012

Turistas vándalos que acaban llorando

Según se han hecho hoy eco los periódicos, una turista de origen suiza ha sido detenida en Granada por haber causado daños en el reciento de la Alhambra. Al parecer, esta buena mujer intentó rayar en la pared del Cuarto Dorado, un corazón con unas iniciales. Tras su detención, esta turista de calidad pasó la noche en los calabozos antes de declarar ante el juez, quien decidió dejarla en libertad, eso sí, con cargos contra el patrimonio.

Vándalos y vándalas hay en muchos sitios, y la civilizada Suiza no iba a ser una excepción.

Hace algunos años, fui testigo de escena muy curiosa. En el Alcázar de Segovia hay unas viejas armaduras expuestas ante el público. Estas armaduras son de la época medieval y, como en aquella época los hombres eran más pequeñitos, pues las armaduras son pequeñitas. Y a algunos turistas les gusta hacerse fotos. Si no recuerdo mal, en el Alcázar hay (o al menos había) unos carteles en los que se dejaba muy claro que estaba prohibido tocar las armaduras.

Pues bien, estando de visita vi como una señora (bastante mayorcita), que iba acompañada de marido e hijos, se subió a uno de los pedestales donde estaba situada una de las armaduras. A la mujer le hacía gracia y no dejaba de abrazar a la armadura (supongo que dentro no habría ningún señor), de levantar un brazo, y el otro brazo, de darle la mano… tanto fue así, que la armadura se desarmó y se cayó.

Menuda cara que puso. Se quedó de hielo o de piedra. Al momento, y por el ruido y revuelo, aparecieron varios vigilantes. “Fuera de aquí, a la calle, a la puta calle”, dijo uno de los responsables de seguridad. “Si no se sabe usted comportar, aquí no puede estar”, afirmó otro de los vigilantes. “No, por favor, lo siento, lo siento, están mis hijos…”, respondió la señora, que empezó a sollozar, mientras los vigilantes insistían en que debía de salir del Alcázar.

Al mismo tiempo, la sorna y el cachondeo se extendió entre otros visitantes del bonito edificio segoviano. Finalmente, la mujer se vio obligada a dejar el Alcázar. Desconozco si fue denunciada o si tuvo que pagar alguna multa, pero, probablemente, en la actualidad será una turista de lo más formal. Y a su homóloga suiza, no creo que se le ocurra volver a hacer una pintada o grabar alguna palabra o signo en ningún sitio.

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