Ayer en la cena, y como casi siempre que hay en el menú, pedí lentejas. No había más que comenzado a deleitarme con mis legumbres favoritas (junto con los garbanzos y las judías) cuando una señora que estaba en la mesa de al lado me preguntó, “¿están buenas las lentejas?”, a lo que yo respondí “un plato de lentejas siempre es un plato de lentejas”. Y se las pidió su marido.
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