Venía esta noche conduciendo hacia casa hasta que, en las proximidades de mi calle, tuve que parar en un semáforo. Tras detenerme, miré a mi derecha y en el coche que había parado junto al mío vi a una chica que ¡estaba con la ventanilla totalmente bajada! ¡Con el frío que hacía! Y pensé, "qué valiente es esta chica".
Estaba admirando su valentía cuando, de pronto, apareció una de sus manos... con un cigarrillo en la mano... y la chica le dio una profunda calada, con mucho placer. Y es que no hay frío polar que detenga a un fumador, mejor dicho, a algunos fumadores.
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