En las semanas previas a la celebración del Mundial de fútbol de Sudáfrica, la gran banca de inversión hizo un profundo análisis sobre cuáles serían los resultados del torneo. Quizá la entidad más valiente fue Goldman Sachs que, con su analista de referencia Jim O’Neill al frente, se atrevió a dar como ganadora a Brasil, haciendo su pronóstico mediante una sesuda combinación de sistemas matemáticos e informáticos.
Con Goldman Sachs se alinearon otras entidades financieras como Danske Bank, UBS, y Evolution Securities. Sus respectivos analistas coincidieron en que Brasil era el principal favorito. Para UBS era todo un desafío porque en 2006 pronosticaron la victoria de Italia.
Ninguna ha acertado, pero la culpa ha sido de Felipe Melo, que arruinó las esperanzas de toda la afición canarinha y los estupendos análisis de los bancos de inversión.
Otra entidad muy valiente fue JP Morgan, que dio como favorita a Inglaterra. El equipo británico, según el prestigioso banco de inversión estadounidense, iba a repetir victoria 44 años después. Al parecer, según leo en algunas websites financieras, en un informe de 69 páginas, sus analistas hicieron un profundo análisis basándose en las clasificaciones de la FIFA, los datos de las casas de apuestas (¿británicas?), los resultados previos de las selecciones implicadas...
Pero JP Morgan no se ha quedado tan lejos; de hecho casi acierta, porque pronosticó que España sería segunda y Holanda tercera. Es más, en cierta manera se puede decir que este banco ha atinado porque el gran árbitro de la final fue el inglés Howard Webb. El colegiado representó con gran dignidad a Terry, Rooney, Lampard, Ferdinand, Beckham, Cole, Capello y compañía.
Estas entidades financieras han hecho un gran trabajo de análisis e investigación pero, la próxima vez que vayan a hacer un pronóstico, que vayan primero al fútbol a ver algún partido. Y si van a hacer una quiniela, por favor, que no me llamen.
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