martes, 6 de julio de 2010

Hay que salir en los videomarcadores de los estadios

Hay una situación que siempre me ha parecido muy divertida en los espectáculos deportivos, y es cuando las cámaras enfocan a algún espectador, sale su imagen en los videomarcadores y se da cuenta. La reacción lógica es de euforia y alborozo del espectador y de quienes le rodean. Y no digamos si esas imágenes están siendo emitidas al mismo tiempo por la televisión.

En este Mundial de Sudáfrica, que empieza a tocar a su fin, se ha dado esta situación en varias ocasiones. El momento más curioso y divertido es cuando las cámaras enfocar a un triste aficionado que está viendo caer a su equipo con estrépito y claridad. En más de un partido he podido ver como espectadores que están inmersos en esos momentos de tristeza y melancolía cambiaban súbitamente su actitud al verse en los marcadores del estadio. "Eh, que soy yo, me están viendo en mi casa y mis colegas, eh eh eh, hola", es lo más típico que suelen decir estos espectadores cuando se ven en los videomarcadores.

Sin duda, las bellas señoritas suelen ser protagonistas en muchas ocasiones de este tipo de imágenes. No hay partido de este Mundial en el que no salgan en las imágenes mujeres espectaculares. Pero es que no hay que engañarse, una tía buena es siempre una tía buena, y ocupan muy bien la pantalla.

Otros protagonistas de este tipo de escenas suelen ser hombres ataviados con las ropas más grotescas, extravagante y ridículas: con pelucas, grandes sobreros, pintarrajeados... Por ejemplo, en el caso de España suelen ser señores vestidos de toreros o incluso travestidos de flamencas.

Es cierto que es muy gracioso y demuestra la auténtica pasión de la gente por verse en sitios donde pueden ser contemplados por todo el mundo. De todas maneras, no me voy a reír mucho no sea que alguna vez me enfoquen con las cámaras, me vea y empiece a saludar a todo el mundo. Aunque, el hecho de no ser una mujer sexy y, al mismo tiempo, el estar sentado en el segundo anfiteatro del estadio Vicente calderón, me aleja un poco de los objetivos de las cámaras; claro, hasta que a algún realizador televisivo le dé por democratizar los objetivos de las cámaras y dirigirlos hacia los espectadores más comunes.

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